La exposición de Ori Tahiti de la Academia de Cultura Polinesia Te Ora o Te Tupuna, que traducido al español quiere decir “nuestros ancestros o la vida del pasado”, comenzó su función (el día 8 de octubre del 2019) con una frase de Isadora Duncan, lo cual indica que esta academia se caracteriza por una apuesta a la organicidad del movimiento, así como de la búsqueda de un lenguaje propio, dado que la danza folclórica de la polinesia, como se indica, se desarrolla en un espacio y una cultura distinta a la chiapaneca, sin embargo, los intérpretes de esta danza en el estado se han encargado de reconfigurar y apropiarse de este característico movimiento gracias al estudio que de esta cultura han realizado.
María José Palacios Aún, gestora cultural, bailarina, coreógrafa y directora de esta academia confía en el talento de aquellos con quienes comparte su conocimiento sobre el Ori Tahiti, la relación del lenguaje oral y los movimientos del baile, invitándolos al escenario con coreografías sencillas, dónde además de la búsqueda de la coordinación y el unísono de los movimientos de la cadera y las manos, logra que la poética de las alumnas más pequeñas empiece a aparecer. A pesar de que sus diseños espaciales son simples, no rompen con la armonía y la cadencia de este género dancístico, permitiendo así explorar el talento de las pequeñas intérpretes.
Cabe destacar la participación de los “tanes”, intérpretes varones, cuyo vigor, energía y fuerza interpretativa nos transportó a ese momento de relación del hombre con la naturaleza, la fuerza de las rodillas y sus pies dieron evidencia de que el cuerpo también habla, de que también cuenta y narra historias de una raza que nos invita a la espiritualidad, a la convivencia entre los hombres, entre los seres que habitamos el mundo.
La iluminación y el vestuario contribuyeron a enarbolar la narrativa de cada coreografía, sobre todo la aparima que interpretó Majo Palacios. Con maestría nos dejó ver la limpieza técnica que existe en su danza, gracias al entrenamiento constante y la capacitación continua con maestros originarios de la polinesia. Pero la danza de Palacios Aún no solo es bella por su forma, sino también por su contenido, lo anterior se debe a la constante reflexión de la coreógrafa sobre su proceso creativo y por su labor docente, generando así una danza integral, tal como ella lo dice: “Entrenamos el cuerpo y alimentamos el alma para ofrecer al público una danza con forma y contenido”.