El artista tapatío José Ignacio Solórzano (Guadalajara, 1963), conocido como Jis, volvió sobre sus pasos como historietista, ilustrador y monero para compilar una muestra representativa de su trabajo creado entre los años 80 y 90, como se aprecia en Gato encerrado, serie de viñetas que exploran temas existenciales y amorosos, cargados de humor e ironía.
“En esta serie hay muchas cosas crípticas y enigmáticas, temas que tocan asuntos personales y mucha cuestión de duda o de espasmo existencial”, afirma Jis en entrevista. “Pero también hay mucho disfrute e invenciones estrambóticas que abordan temas clásicos y echan mano de piedras, nubes, precipicios, cerebros, islas desiertas con su náufrago, divanes de psicoanalistas o, de plano, ya el cuarto acolchonado con el loco, lo que ha dado forma a esta especie de lotería de temas que siguen funcionando”.
¿En su trabajo el humor es una partícula que logra invocar o que siempre surge de manera espontánea? “El humor llega de manera bastante espontánea, es decir, trato de no sentirme obligado a usar lo chistoso, sino más bien entender el humor en un sentido más amplio, vinculado con la imaginación”, expone.
Además, afirma que sigue pensando que “el humor es una herramienta valiosa con la que podemos contar tanto en el trabajo de monero como en la vida misma, que hace aparición constante en mi trabajo, y que a veces se trata de un humor muy negro, a veces es más bien experimental o un humor más cochino”.
Lo cierto es que el humor es un aspecto esencial del ser humano. “Es algo que nos fue dado a los humanos para defendernos de las tragedias, pero también es un gran gozo y una manera de celebración diaria o de fiesta permanente. Es casi natural que la gente esté buscando ese motivo de placer, el cual puede redundar en el gozo sencillo de buscar la zancadilla para reírnos o en el humor como vía de conocimiento, de crítica o de acercamiento a algún asunto; el humor es muy amplio y lo podemos usar de muchas maneras”.
Finalmente, Jis señala que en los últimos años el trabajo de historietista o de cartonista se ha reducido drásticamente a causa de internet. “La chamba, como ya la entendía del monero que publica sus tiras en un medio, me parece que está en serios apuros porque ya prácticamente no publico, lo cual es motivo de gran melancolía para mí, porque sigue siendo mi esencia”, refiere.
“Es más, las grandes chambas vienen del radio, de la televisión, de algún show o, de pronto, cuando me invitan a exhibir mi trabajo en una galería… Pero la chamba de publicar monos, que es mi origen y lo que me sigue gustando, eso ahorita está en suspenso. Por lo pronto yo sigo dibujando a diario”, indica.