Arctic Monkeys volvió a dar cuenta del porqué de su buen envejecimiento: desde una voz áspera llena de energía hasta la más suave y seductora; guitarras electrizantes de indie rock y sonidos de bombos intrépidos al más puro estilo R&B y soul, con un bajo envolvente y un Alex Turner sombrío en escena.
La banda arrancó ayer la primera de dos fechas de conciertos en el Foro Sol, como parte de su The car tour, que bien hizo honor a su nombre al dar un “aventón” a sus miles de fanáticos mexicanos por el trepidante sonido de su discografía de 21 años de trayectoria.
Cuando las luces se apagaron por completo, la guitarra comenzó a dar señales de la primera canción de la noche, “Sculptures of anything goes”, que se armonizó con el grito intenso del público y el sonido de suspenso que salía de un sintetizador, mientras un panel de luces descendía del techo hasta quedar justo arriba de Alex Turner, en su pose seductora.
El vocalista comenzó el show con voz suave y melódica, luciendo sus típicos lentes al estilo de los 50 que le cubrían los pómulos, y un traje con camisa blanca abierta del pecho, para sumar al ambiente seductor una de sus canciones con mayor influencia electrónica.