Arriaga e Iñárritu cierran heridas

Arriaga e Iñárritu cierran heridas

La proyección especial de Amores perros en el Palacio de Bellas Artes hizo historia en el cine mexicano, no solo porque celebró a una de las películas más exitosas de nuestro país, sino porque terminó con la enemistad entre Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu.

La noticia fue dada a conocer por el propio director, minutos antes de la función, y confirmada más tarde en un comunicado que ambos firmaron.

“Luego de años enemistados, hemos resuelto dejar atrás nuestras desavenencias y retornar a la amistad que nos unió y que nos permitió realizar tres películas juntos de las cuales nos sentimos orgullosos”, se lee en texto.

Los creadores reconocieron que, además del aniversario de la cinta, sus familias y círculos cercanos tuvieron mucho que ver en esta reconciliación:

“Hoy pesan más las voces de nuestras familias y las de la gente que nos quiere, que nos impulsaron a reconocer la valía del afecto perdido entre nosotros y que hemos decidido recuperar”.

Quieren ser un ejemplo

Asimismo, expresaron su deseo porque el paso que acaban de dar pueda servir de inspiración en un mundo en el que los conflictos son parte de nuestro día a día. La reconciliación cierra un capítulo que se abrió de forma pública a mediados de los 2000, cuando las diferencias creativas y de créditos marcaron su relación.

Como dupla, crearon Amores perros, 21 gramos y Babel, cintas que los catapultaron a la fama internacional; sin embargo, desacuerdos sobre el proceso creativo los distanciaron hasta el punto de evitar coincidir en un mismo espacio durante años.

Por separado, Iñárritu se convirtió en uno de los directores mexicanos más importantes. Con tres premios Oscar en su carrera y títulos como El renacido, Birdman y Biutiful.

Por su parte, Guillermo Arriaga dio el salto de guionista a director en 2008, con The burning plain, protagonizada por Jennifer Lawrence, uno de los primeros trabajos de la actriz en Hollywood.

Bellas Artes

El Palacio de Bellas Artes, resguardado por vallas por las manifestaciones en la Ciudad de México, parecía un eco de la propia Amores perros: un símbolo de belleza rodeado por el caos.

Ahí, entre los reflejos dorados del telón vitral y los murmullos de una generación que creció con el cine de Alejandro González Iñárritu, se celebraron los 25 años del estreno de la cinta que redefinió la identidad de esta industria mexicana. Entre aplausos y lágrimas, Iñárritu interrumpió su discurso para rendir homenaje a su antiguo compañero de viaje.

“Hace 20 años hubo una fractura, una separación dolorosa. Pero esta coyuntura del aniversario ha sido el marco perfecto para dejar a un lado nuestras diferencias y reencontrar ese cariño profundo que siempre compartimos. En un mundo lleno de odio e intolerancia, hemos decidido reconstruir esa hermandad que siempre tuvimos. Quiero que le demos un aplauso enorme a mi hermano, Guillermo Arriaga”, externó. El público se puso de pie. Arriaga subió al escenario conmovido, y sus palabras sellaron el reencuentro que muchos consideraban imposible.

“En momentos de vida profunda siempre hay posibilidad de reconciliación. Es hermoso que este señor y yo estemos juntos de nuevo, como lo que siempre fuimos: hermanos”, dijo.

En le recinto se reunieron quienes dieron vida y alma a esa historia: Gael García Bernal, Gustavo Santaolalla, Meme del Real, Miguel Bosé, Adriana Barraza, Vanessa Bauche, Rodrigo Murray, Cristian Calónico, además de Iñárritu. El evento, organizado por la Secretaría de Cultura, fue un homenaje cargado de emoción, anécdotas, música y memoria.

Recuerdan a quienesya no están

El cineasta aprovechó la ocasión para recordar a quienes ya no están, como los actores Gerardo Campos y Emilio Echevarría, cuyo legado, aseveró, permanece “impregnado para siempre en esta película”. También dedicó palabras al cinefotógrafo Rodrigo Prieto, ausente por otros compromisos.