El solo título del libro causa curiosidad y, por supuesto, polémica. Un concepto que se ha acartonado tanto como el arte (lo que es paradójico) es cuestionado constantemente por Avelina Lésper, quien presentó El fraude del arte contemporáneo en una sala pequeña del recinto de la feria, y que fue insuficiente para las personas que la esperaban desde temprano.
La crítica dio una introducción breve enfatizando en el gusto que tenía por presentar “al fin” su libro, del que dijo que hace unos años publicaron una edición “muy pequeña y apresurada en Colombia”. En este tiempo dijo que profundizó en el tema para crear más ideas alrededor del fenómeno que “nos aqueja en el arte”.
Lésper habló en plural pues sostiene que todos de alguna manera estamos involucrados con el arte como espectadores o creadores, idea que retomó a lo largo de la presentación pues se refirió al hecho artístico como lo concebía Stanislavski: para que suceda debe haber un artista que lo ejecute y un espectador que lo aprecie.
Subjetividad contra objetividad
Esta es una de las ideas que ha sostenido durante varios años, así como la democratización en el arte en cuanto a la posibilidad de las personas de estudiarlo y mostrar sus obras. También se refirió a la objetividad de este: “No es subjetivo, si desafinas, desafinas; si dibujas mal, dibujas mal, son hechos”.
Sus conclusiones se encuentran en el El fraude del arte contemporáneo. La crítica dio prioridad a las preguntas del público, en su mayoría jóvenes, quienes tomaron la palabra. Uno de ellos hasta le dijo que no pudo pasar por una farmacia para comprar un muñeco del doctor Simi y lanzárselo, pues dice que es una “rockstar”.
Otra persona le preguntó qué hay que hacer a fin de que haya más espacios para los artistas. Ella respondió que debemos exigirlos y pedir que se nos dé la oportunidad si somos creadores; como público, hay que manifestar que alguna obra o exposición no nos gusta o no nos hace sentir una emoción o admiración por lo bien hecha que está, alguna característica que manifieste que es arte.
Parte de su crítica es hacia exposiciones u obras que muestran la decadencia humana a través del morbo o el escándalo. Al finalizar, los aplausos de las personas que lograron entrar, y después las felicitaciones, abrazos, pláticas y selfies que muchos de los que se quedaron afuera le pidieron, prolongaron la presentación más allá de los 50 minutos reglamentarios.