Beatriz Espejo teje sus memorias
Beatriz Espejo ha obtenido el Premio Nacional de Arte y Literatura en el campo de lingüística y literatura. Cortesía

“La literatura ha sido mi tabla de salvación. Sin ella, ya me hubiera muerto. Desde muy niña me encantó y me sigue encantando hasta hoy”, afirma sin dudar la escritora Beatriz Espejo (1939).

A sus 85 años, la narradora confiesa en entrevista que no le teme a la muerte, que le duele la violencia que se vive en México y que aún no ha podido asimilar la muerte de su esposo, el crítico literario Emmanuel Carballo (1929-2014), con quien compartió la vida durante cuatro décadas; ahora escribe sus memorias, que espera terminar este año. “85 años, ¡qué horror! Nunca creí que llegaría a esta edad. Me siento a veces completa y a veces incompleta. Cuando camino me choca tener que usar bastón. Pero sigo trabajando y sigo teniendo amigos”, comenta.

“¿Qué te puedo decir? Soy de temperamento nostálgico. Siento, por un lado, la tristeza de haber vivido y, por el otro, el agradecimiento de haber tenido una vida más o menos alegre. Tristeza porque fui en un tiempo tan feliz que ni me daba cuenta. Ahora ya no soy tan feliz. Tengo que inventar cosas para seguir viviendo, sobre todo desde que se fue Emmanuel”, agrega.

La premio Nacional de Arte y Literatura 2023 en el campo de lingüística y literatura, quien acaba de reeditar su antología Cuentos reunidos (FCE), que revisa los relatos escritos de 1979 a 2004, hace también un corte de caja a nivel emocional. “El amor ha jugado un papel muy importante en mi obra y en mi vida. Para mí es fundamental. No creo que alguien pueda vivir sin amor. Creo en la pareja, en el amor a los hijos, a los amigos, a los discípulos. Hay muchos tipos de amor. Por fortuna, en parte he estado rodeada de amor”, agrega.

La doctora en Letras Españolas por la UNAM reconoce que en sus memorias pagará una deuda con Carballo, a quien conoció en 1973, y casi no ha estado presente en sus cuentos y novelas. “Antes, cuando me estaba pretendiendo, le dediqué un relato que se llama ‘Los delfines blancos’, que es uno de mis favoritos; es totalmente autobiográfico. Pero en el libro que estoy escribiendo aparece continuamente. Ahora voy en la última parte. Pero no puedo afrontar la muerte de Emmanuel, me he detenido. Debo escribir mi historia de amor con él. Lo tengo que lograr”, añade.

Sus memorias, la cuales aún no tienen título, comienzan cuando nació en Veracruz. “Voy poco a poco hablando de mis abuelos, de mi papá, de mi mamá; de la escuela, de las monjas que me ayudaron. Mi entrada a la Facultad de Filosofía de la UNAM, que en ese tiempo era muy bella y ahora está un poco estropeada”, detalla. “Hablo del legado de mis maestros. Los más importantes para mí fueron Juan Rulfo, Juan José Arreola, Sergio Fernández y Luisa Josefina Hernández. Salvador Elizondo fue mi amigo. Del aprendizaje que me dejaron todos. Y de mi trayectoria literaria”.

Esa revisión se anticipa en Cuentos reunidos. “Si algún día alguien estudia mi obra, se dará cuenta cómo poco a poco fui encontrando un estilo. Del primer libro, Muros de azogue, a los últimos cuentos, hay un abismo. Son mejores los últimos. Creo que empecé a tener más maestría, y a manejarme con más soltura”, considera.

Propuesta literaria

La autora de literatura infantil destaca que cada vez encontró temas más difíciles de escribir: “Se ha mantenido mi interés en la mujer y en la memoria. La mujer es importante para mí, porque conozco mejor la psicología femenina que la masculina. Y, generalmente, me inspiro en eso. Así que casi todos mis cuentos son sobre las mujeres”.

Admite que su propuesta literaria corresponde al realismo crítico. “Hay muchos de mis cuentos que son hasta una mofa de algunas personas. Pero casi siempre me baso en mi realidad. Yo lo llamo realismo milagroso, porque los finales casi siempre lo son”, señala.

La investigadora de la UNAM adelanta que, además de sus memorias, “si me da tiempo, me gustaría escribir un cuento sobre Miguel Hidalgo. Siempre ha sido mi ídolo. No existe ningún retrato de él. Los que conocemos son ficticios. Lo único que sabemos es que tenía los ojos azules y que era muy carismático. Me gusta como personaje”.

Por lo pronto, Espejo espera conocer a su primer nieto, Félix Emmanuel, que acaba de tener su único hijo, Francisco, quien vive en Londres.