Galardonada con premios como el Richard Tucker y el International Opera Award, la soprano Nadine Sierre (Florida, 1988) volvió a México con un repertorio entrañable, que condensa su trayectoria y va de clásicos como Verdi, Gounod, Puccini y Donizetti a figuras relevantes del siglo XX (Gershwin, Ponce, Villa-Lobos).
¿Cómo se siente de volver a México y estar por primera vez en Bellas Artes?
¡Genial! De verdad lo he esperado con mucho entusiasmo. He estado esperando volver a México. La última vez fue en 2019, así que, en definitiva, es el momento.
¿Qué retos ha encontrado al interpretar música mexicana?
Amo a los mexicanos y su cultura. He tenido contacto frecuente con la lengua española muchas veces en mi vida. Además, por mis venas corre sangre cálida y siento que entiendo a los latinos. Me emociona mucho poder sumergirme en la cultura mexicana a través de sus canciones.
¿Cuál es el aporte que le ha dado el canto a su vida?
Cantar e interpretar han enriquecido completamente mi vida. No vengo de una familia de grandes privilegios o adinerada en mi infancia. Mi familia trabajó muy duro para darme cada cosa y esperó lo mismo de mí. Mi sueño siempre fue ganarme la vida con la música, incluso si eso significaba que no llegaría a ser rica o famosa (son cosas que nunca me atrajeron). Pero sí quería hacerme una mejor vida para mí y, con suerte, para mi hijo o mis hijos.
De algún modo, entre todas las cosas que hay en el mundo, yo verdaderamente entiendo el canto. Para mí, es tan natural como respirar, así que, el que esta sea mi carrera, es el regalo más gratificante que Dios pudo darme.
Estuvo recientemente con Rolando Villazón en La sonámbula. ¿Cuál es su relación con los artistas mexicanos?
Rolando es una maravillosa persona: tiene un gran corazón y un enorme talento para ser creativo e inspirador. Yo creo que es porque su corazón está abierto y él verdaderamente irradia calidez. He tenido también el placer, en algún momento, de trabajar con David Lomelí, quien me ha brindado apoyo.
Eleazar Rodríguez es un amigo querido, tiene un talento increíble, al igual que Javier Camarena. Son dos hombres muy queridos para mí. Y por supuesto, Alfredo Daza, que es como mi hermano a la distancia. Alguien con quien he tenido el privilegio de compartir escenario (e incluso salir un poco de fiesta) es René Barbera, buen amigo mío y colega encantador. Me divierto mucho hablando con René de vez en cuando y nunca voy a olvidar La traviata que hicimos juntos en París.
Luego está Ailyn Pérez, una hermana a la que conozco hace mucho tiempo (desde que tengo 14 años) y a la que he admirado desde entonces. Muchas veces hemos trabajado juntas y compartimos momentos maravillosos que atesoro. Como puedes ver, conozco mucha gente y artistas mexicanos o con raíces mexicanas.
¿Puede hablar del repertorio que cantará en México?
Es un repertorio que he aprendido e interpretado desde que era bastante joven. Cuando tenía 10 años comencé a estudiar ópera e incluso a esa temprana edad empecé a aprender algunas de las arias y canciones que están en el programa. Yo creo que podría decirse que crecí con este repertorio y que prácticamente ha moldeado a la artista que hoy soy.
Es un programa tan cercano a mí, tan querido en mi corazón. Uno de los temas que veo que más le interesan, la experiencia migratoria, hoy es central en el debate internacional Mi madre y mis abuelos paternos emigraron a los Estados Unidos. Mi familia me ayudó mucho a alcanzar la vida que hoy tengo. Sin su apoyo e influencia, de verdad, no sé dónde estaría yo.
Entiendo la realidad de la inmigración legal (mi madre me ha hablado un poco del tema porque ella tuvo que atravesar ese proceso de forma meticulosa) y no cuestiono esa autoridad. Lo que quizá sí cuestiono es el lenguaje negativo, insensible, que puede difundirse acerca de este tema... Por supuesto que no deseo que las familias sean separadas y heridas. La inmigración permitió que mi familia realmente alcanzara y viviera el sueño americano con el que yo crecí. Esto es algo que yo puedo decir con la mayor certeza y orgullo.












