Casa Martha, más que un taller de cerámica, es un proyecto que brotó de un deseo profundo: compartir los poderes transformadores del barro con familias, niños, jóvenes, adultos mayores y, muy especialmente, con niños y jóvenes con discapacidades diversas. Sus fundadoras, Gaby Escudero y Paulina Culebro, visualizaron un espacio donde la arcilla fuera el puente para conectar, sanar y crear, adaptándose a las necesidades únicas de cada persona que cruza su puerta.
Casa Martha posee una identidad dual fascinante. Por un lado es un santuario terapéutico. Las clases, impartidas con una dosis palpable de “amor y paciencia” —como destacan sus creadoras—, son experiencias cuidadosamente diseñadas. Se ofrecen dos modalidades: una clase suelta de 2 horas para probar la experiencia, y una mensualidad de 4 clases semanales de 3 horas cada una, donde el aprendizaje y el proceso creativo se profundizan. Todo bajo cita previa, asegurando atención personalizada y la preparación minuciosa del material para recibir a cada alumno.
Casa Martha surge del deseo de compartir con las familias, niños, jóvenes, adultos mayores y niños con discapacidad esta terapia por medio de la cerámica y adecuarla a las necesidades de los alumnos.
Las piezas de alta temperatura se diseñan estudiando cada marca y, de acuerdo con lo que necesite el restaurante, hotel, cafetería o loza familiar, se hacen bocetos, el mockup, el estudio de esmaltes y la gama de colores.
Después se empieza la producción; pasa por una primera quema que llega a 950 grados y una segunda a mil 250 grados. Cuentan con la experiencia de torno, con la que enseñan la técnica de centrado y la elaboración de piezas dependiendo del interés del alumno, piezas utilitarias o decorativas. Trabajan con el torno eléctrico, ya que es muy amigable para tener un primer acercamiento a la cerámica. En construcción manual existen tres técnicas diferentes: placa, pellizco o cuerda, que se pueden trabajar en conjunto.
Algo que las diferencia es el amor y la paciencia con la que se imparten las experiencias. Los horizontes de Casa Martha son tan amplios como la creatividad que alberga. Por un lado, buscan afianzarse como un hub para la comunidad local de ceramistas, compartiendo su espacio y conocimiento. Por otro, aspiran a ver sus piezas únicas, nacidas de procesos artesanales y de alto valor técnico, posicionándose en más restaurantes y cafeterías de prestigio, y, sobre todo, encontrando un lugar especial en cada hogar, llevando la calidez de lo hecho a mano a la vida cotidiana. “La respuesta de la comunidad ha sido profundamente gratificante”, nos comentan sus creadoras. “Contamos con todas las herramientas adaptadas y medidas de seguridad necesarias para que cada persona, sin importar su condición o edad, se sienta cómoda y capaz de explorar su potencial creativo”.
El taller se convierte así en un espacio de inclusión real, donde las diferencias se disuelven ante el desafío común de dar forma a la arcilla.
Un refugio con horario
Casa Martha abre sus puertas de 10:00 a.m. a 3:00 p.m., y de 4:00 p.m. a 7:00 p.m., con cita previa indispensable. Este requisito no es una barrera, sino la garantía de que cada visita, ya sea para una clase terapéutica, un aprendizaje técnico o la adquisición de una pieza única, reciba la dedicación y el ambiente preparado que caracterizan a este singular proyecto donde el barro, el fuego y el corazón humano se funden para crear algo más que objetos: crean conexión, bienestar y belleza perdurable.