Esta semana llegará a salas comerciales No vayas a clases mañana, ópera prima de Diego Barragán, se dará una muestra más de la fórmula que se ha seguido en tiempos recientes: la vía independiente. La película se rodó en 2022 con un presupuesto cercano a los 3 millones de pesos, cinco veces menor que el promedio nacional, de acuerdo con el Instituto Mexicano de Cinematografía.
Se trata de una cinta del género coming of age (paso a la adultez) situado en las horas previas en que dos adolescentes, hartos del acoso que sufren, pretenden desencadenar un tiroteo en su escuela. ¿Realmente lo harán? Quizá solo desean pertenecer a algo y no saben qué caminos tomar.
“Como cualquier película independiente, surge cuando se tiene la necesidad artística de contar algo con los pocos o nada de recursos que se tienen. Cuando iba en la prepa me obsesioné con el documental ‘Columbine’ de Michael Moore (sobre la masacre en una escuela de Estados Unidos, en 1999) y pensé que habían hecho los chavos antes de eso, porque para mí era raro y me pareció un tema fascinante eso”, relata Barragán.
“El rodaje fue de dos semanas y media, mi casa fue acondicionada para ser tres lugares al mismo tiempo y cosas así. Solo de esa manera podíamos hacerla”, recuerda.
Confían en lo independiente
Hoy, el cine independiente mexicano sigue haciéndose. En el orbe, se considera que la independencia fílmica tiene que ver con estar al margen de los grandes estudios o un conglomerado de medios, y con dinero mínimo generalmente procedente de sus hacedores.
A principios de los 70, en Sonora, Bertha Navarro luchaba para que no se detuviera el rodaje de Reed: México insurgente. Sin apoyo estatal y empresarial, la película situada en los albores del siglo XX, se hacía en 16 milímetros y requería de escenas monumentales como la de la estación del tren. La entonces naciente productora recorría los pueblos aledaños, buscando gente que quisiera participar como extra. A veces, encontraba a quien de alguna manera sirviera para la historia, como un maestro rural que interpretó precisamente a un profesor.
Fueron tres meses de filmación entre amigos, actores y no actores, liderados por ella y el realizador Paul Leduc. Pero todo valió la pena, porque esta cinta de corte independiente llegó a festivales de cine como Cannes (en Francia) y después, ganó el Ariel para Película. “No teníamos dinero y no sé cómo la hicimos (risas), pero sí fue un momento de ruptura a como en ese momento se hacía el cine”, dice Navarro, quien ahora rebasa la treintena de filmes, entre ellos Cronos y El laberinto del fauno.
A ella le tocó iniciar en un momento en que los cineastas jóvenes no tenían oportunidad de trabajar, porque lo sindicatos estaban cerrados a ellos y el apoyo gubernamental prácticamente no existía. Así que la independencia, era el camino. “Creo que lo importante de ese cine es que justo provoca que haya nuevas propuestas y cineastas, quienes van a a hacer cine sea como sea. De esa época éramos Cazals (Felipe, ‘Canoa’), Hermosillo (Jaime Humberto, ‘La tarea’), Ripstein (Arturo, ‘El lugar sin límites’) y el propio Leduc”, destaca.