El reciente robo de joyas en el Museo Louvre volvió a poner algo en claro: no hay museo, ni sistema de seguridad capaz de contener la obsesión humana por poseer lo inalcanzable. Ese mismo impulso es el eje central de El caso Thomas Crown, película estrenada en 1999 y que narra el atraco que un millonario, cansado de su rutina, comete en el Met de Nueva York.
En la cinta, Pierce Brosnan interpreta a un hombre acostumbrado a obtenerlo todo, que encuentra en el robo de un cuadro de Monet la única emoción que el dinero no puede darle.
Pero, cuando estaba seguro de que su posición no lo pondría en la mira de las autoridades, la aseguradora del museo asigna el caso a la investigadora Catherine Banning (Rene Russo), quien está convencida de que la elegancia del hombre es solo una máscara.
Para comprobar que su intuición no la engaña, la detective utiliza su arma más poderosa en contra del sospechoso: la seducción, y así, lo que comienza como una persecución termina convertido en un juego de atracción y engaño.
Dirigida por John McTiernan, esta versión moderna del clásico de 1968 demuestra que la realidad siempre supera a la ficción.












