Coco

Pixar se inspira en la festividad mexicana del Día de los Muertos para dar la forma a la historia un niño con una gran pasión por la música pero que vive en una familia que la odia a muerte. No le queda otro remedio que actuar por su cuenta, acabando en la Tierra de los Muertos en busca de la aprobación de su tatarabuelo, el mítico Ernesto de la Cruz. Un viaje para conocerse mejor a sí mismo y que le permite valorar mejor lo que supone formar parte de una familia y las consecuencias de la muerte.

El guión firmado por Adrián Molina y Matthew Aldrich opta por abordar eso desde una ligereza inicial para ir evolucionando a medida que el protagonista va haciendo descubrimientos. De esta forma, el espectador percibe mejor su viaje y lo hace a través de una dinámica aventura en la que en ocasiones muchos espectadores quizá echen en falta una mayor profundidad.

No faltan momentos más centrados en lo emocional, pero la nota dominante es que sigan pasando cosas prestando especial atención a que todo resulte divertido, desde los diseños de los personajes y escenarios hasta las propias líneas de diálogo. Nos quieren ganar así, para luego ir llevándonos a su terreno antes de asestarnos el golpe definitivo a nuestro corazón ante el que resulta casi imposible resistirse.

Banda sonora

Michael Giacchino fue el responsable de componer la banda sonora de Coco y estuvo apoyado por un equipo integrado por Germaine Franco, Adrián Molina, Robert Lopez, Kristen Anderson-Lopez y Camilo Lara.

Con varios arreglos y canciones compuestas hasta entonces, entre estas “Recuérdame”, a cargo de Anderson-López y López,? Franco viajó a México para reunirse con Camilo Lara, a quien previamente había contactado Unkrich para que participara como “consultor cultural”, con el propósito de “conectar la película con la plétora de géneros musicales mexicanos”. Por ejemplo, para facilitar la selección de los temas que habrían de conformar el álbum, Lara grabó a algunos músicos de distintos géneros, y amigos suyos, para analizar sus interpretaciones junto con Franco, y tomar una decisión con base en las partituras, las composiciones de Giacchino y los arreglos previos.

En total contribuyeron cincuenta músicos de distintos géneros como el mariachi, el banda, jarocho, marimba, el trío romántico, la norteña o el bolero, y se emplearon varios instrumentos entre los cuales se incluyen la guitarra, el acordeón, la tuba y la trompeta, además de objetos como conchas.

¿Es un reflejo de México?

Para Pixar, la investigación toma un papel muy importante en la creación y desarrollo de sus películas, y en Coco no fue la excepción. La cinta debía reflejar lugares reales y personas, por lo que el equipo de producción visitó pueblos y ciudades en Morelia, Guanajuato y hasta la capital de México. A través de estos viajes, se percataron de la gran variedad de culturas y tradiciones que conforman la cultura de nuestro país.

Tanto el poblado de Santa Cecilia —donde viven Miguel y su familia— como el de la Tierra de los Muertos cuentan con grandes detalles que nos harán recordar alguna visita a Guanajuato, Morelia o algún sitio arqueológico. En pocas palabras, Santa Cecilia podría ser un poblado que ya conoces, y todo esto es gracias a la investigación que sus productores llevaron a cabo.

Es importante recalcar que dicha investigación ayudó a evitar caer en estereotipos; de aquí nace que en vez de elegir un perro Chihuahua, Miguel tuviera como acompañante a un xoloitzcuintle. Según la tradición prehispánica, quienes morían eran enterrados en compañía de uno de estos para ayudarlos en su viaje por el inframundo.

Es este tipo de atención a los detalles el que nos ayuda a vivir una experiencia más enriquecedora al momento de estar viajando en Santa Cecilia y la Tierra de los Muertos. En el pueblo podremos ver una comunidad típica preparándose para el Día de Muertos, con todo y papel picado, altares, una fiesta en el zócalo y los panteones con flores de cempasúchil para indicar el camino a los difuntos.

Por su parte, en el Tierra de los Muertos podremos ver desde elementos prehispánicos que sirven como la base de la ciudad hasta otros que son barrocos, coloridos y que podríamos decir que reflejan nuestra visión de la muerte durante dicha celebración.

Las referencias culturales a los tótems mexicanos como Frida Kahlo, Jorge Negrete o “Cantinflas” son constantes, y los guiños a otras producciones de Pixar bastante sutiles en algunas ocasiones, así que hay que prestar mucha atención para no dejar pasar nada. El recorrido nos lleva a descubrir alebrijes, xoloitzcuintles, flores de cempasúchil, tamales, papel picado…

A la postre, Coco es tan divertida como entrañable, aunque resulte más brillante en el planteamiento inicial y el desenlace que en su desarrollo central, formulaico con un “viaje de autodescubrimiento” visto muchas veces ya y un tanto accesorio a veces, al que seguramente le sobre cerca de media hora. Si aguantas hasta el final de los créditos, volverás a emocionarte, ya que hay una especie de epílogo-tributo a los grandes inspiradores de los propios creadores de la película.