Los más de tres mil 600 silos que el gobierno mexicano construyó en 21 estados del país son reflejo de un proyecto fallido. Esa suerte de pirámides en forma de cono que sirvieron de centros de acopio agrícola de la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) ahora subutilizados. Edificaciones icónicas del desarrollo agrario mexicano absorbidas por la mancha urbana. Un reflejo de la condición actual del campo.
La historia de estas construcciones diseñadas por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez son el leitmotiv del proyecto Nadie sabe, nadie supo, de la artista Livia Corona Benjamin (Ensenada, 1975). Una investigación documental sobre el estado actual de los silos y su reflejo en la pobreza económica y social de los pueblos del campo. La exploración derivó en un video y una serie de fotos análogas que se exhiben en Parque Galería.
Corona Benjamin recorrió todos los estados del país en busca de estas edificaciones. Las fotografió y en el momento de imprimir jugó con la luz natural y los filtros de colores para dar un efecto de pixeles: pequeños cuadros encimados simulando una imagen “saturada”. Son 21 instantáneas del mismo número de silos que dan cuenta de la promesa fallida del gobierno en la década de los 60 y 70 sobre el desarrollo de la industria agrícola.
El proyecto no solo narra la decadencia de estos espacios, sino el deterioro paulatino de las poblaciones dependientes de los silos. Esas comunidades que a inicios del siglo XXI cambiaron el trabajo de campo por el de oficios en Estados Unidos. Una migración provocada por la entrada de las empresas transnacionales que llevaron al fracaso el comercio local, como el de Conasupo.
“Los silos, inspirados en la arquitectura de unas bodegas de granos de Santa Mónica, quedaron abandonados, y en muchos casos las zonas ejidales se convirtieron en urbanas. En las fotografías de Corona Benjamin se ven construcciones que ahora hacen de bares, salones de escuelas públicas, comercios o casas. Ninguno mantiene su función de origen”, apuntó quien fue becaria de la Fundación Guggenheim.
En el documental, la artista presenta testimonios de campesinos que vivieron el cierre de los silos, y la pérdida de sus granos. “Encontré la historia del señor Noel Aguilar, quien dice que estos silos y el proyecto de la Conasupo sí funcionó los primeros años, pero luego ya no les llegaban las ganancias ni las ayudas para comprar maquinarias o material para sistemas de riego.