La 74ª edición del Festival de Cannes llegó a su fin dejando muchas horas fílmicas que fueron coronadas bajo la batuta del presidente del jurado de este año, Spike Lee, y sus compañeros de misión: la directora austriaca Jessica Hausner, la directora francosenegalesa Mati Diop, la cantante francófona Myléne Farmer, la actriz Mélanie Laurent, la actriz estadounidense Maggie Gyllenhaal, el actor fetiche de Bong Joon-ho, Song Kang-ho, el actor francés Tahar Rahim y el director brasileño Kleber Mendonca Filho.

Un jurado histórico, no solo por haber sido la primera vez que un afroamericano lo presidía en 74 años sino por estar conformado en su mayoría por mujeres, que decidieron darle el máximo premio al filme Titane, dirigido por Julia Ducournau, quien se convirtió en la segunda directora en ganar este trofeo después de que Jane Campion ganó la Palma de Oro con El Piano en 1993.

Una ceremonia caótica en la que Spike Lee se veía completamente perdido en el protocolo de cómo leer los premios, y en la que reveló al principio del todo, sin querer, que el máximo trofeo era para Titane, algo que se confirmó después cuando Sharon Stone subió al estrado al final para dar al noticia.

Después del desliz inicial de Spike Lee siguieron el desconcierto y una serie de acontecimientos torpes, como cuando el premio a la mejor interpretación masculina fue para Caleb Landry Jones, por el filme Nitram. El actor subió al estrado dando la sensación de estar pasado de copas y dijo que no podía expresar su agradecimiento porque estaba rebasado por la emoción.

Las lágrimas de Renate Reinsve, quién se llevó el premio a la interpretación femenina por su protagónico en The Worst person in the world, apenas la dejaron dar su discurso de gratitud. El caos no quitó mérito a otro gran momento, el del Premio del Jurado, otorgado exaequo por Rosamund Pike a Nadav Lapid y su cinta Ha Berech, y a Memoria, la película con coproducción mexicana dirigida por Apichatpong Weerasethakul.

Otra obra que tuvo uno de los premios más importantes de este Cannes, la Palma de Oro, fue Annette de Leos Carax, también coproducida por México. De la importancia de estos dos grandes reconocimientos en Cannes, el productor mexicano Julio Chavezmontes contó que “es una sensación indescriptible, estar en este Festival es la mayor recompensa que un puede pedir, y ser reconocido por un jurado de este nivel es como un sueño del que uno no quiere despertar nunca. Del lado mexicano me toca ser el rostro visible, pero hay mucho equipo de México que no puede estar aquí y que también fue parte fundamental del proyecto”.

Industria

Chavezmontes está convencido de que “México tiene una de las mejores industrias del cine del mundo, y esto es un motor de desarrollo económico importante. Mantener esta industria sana y fuerte es la forma de garantizar como mexicanos el poder elegir qué historias queremos contar que hablen de nosotros mismos. Lo más importante de una película es que nos reconozcamos en ella y hay que mantener esa independencia. Hay una gran industria que es patrimonio de todos los mexicanos y espero que la sepamos cuidar”.