A la poeta mexicana Coral Bracho, la poesía le llegó para contar desde allí el mundo y al hacerlo ha trastocado temas, temperamentos, sonidos y ritmos, se ha asomado al mundo para escuchar a los otros y desde allí afrontar su realidad y su escritura de larga trayectoria, esa trayectoria por la que se le concedió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2023, por ser una “destacada figura de una genealogía poética neobarroca”, esencial para la lengua y por su “su continuada indagación en la politicidad de la poesía y el peso de la palabra escrita”, afirmó el jurado del Premio que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
A la poeta nacida en la Ciudad de México, el 22 de mayo de 1951, quien recibirá el Premio el 25 de noviembre próximo, durante la inauguración de la edición 37 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara —que tiene como invitada de honor a la Unión Europea—, la poesía la atrapó muy joven y se convirtió en su voz para hablar lo mismo del amor que de la muerte, de la memoria que de la desmemoria, pero también de la injusticia, la crítica social y la crítica política.
“Justamente es una forma de expresión que va tan al fondo de las cosas, tan al fondo de los sentimientos, de la inteligencia, porque también es crítica y analítica, que toca a otras mentes y nos permite, de alguna manera, ver mucho más allá de lo que estamos viendo”, dijo la poeta que sostuvo un encuentro virtual con la prensa luego de darse a conocer el premio, donde también dijo que “la poesía nos hace ver la vida como algo deslumbrante, intenso y vital… Creo que sí la gente tuviera más contacto con la lectura, no solo con la poesía, pero por supuesto también de la poesía, pues sería más sensible, sería más perceptiva, seguramente daría más opciones para salir de la situación en la que estamos”.
Coral Bracho se convirtió en la octava mexicana galardonada con este premio que han recibido Juan José Arreola, Fernando del Paso, Carlos Monsiváis, David Huerta, Margo Glantz, Sergio Pitol y Juan García Ponce.
Una poeta celebrada por sus colegas, pues tras conocerse la noticia del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, decenas de sus pares reconocieron su valía a través de las redes sociales y refrendaron la valoración del jurado integrado por Antonio Sáez Delgado, Ignacio Sánchez Prado, Javier Guerrero, Oana Fotache Dubalaru, Sandra Ozzola, Michi Strausfeld y Vittoria Borsò, quienes celebraron a Coral Bracho como una “destacada figura, esencial para la lengua continental”.
Dijeron: “La poesía de Coral Bracho se pregunta por las maneras en que el mundo se descubre y nombra, provocando una inteligencia sensible por parte de la instancia lectora. Su trabajo se vuelve entonces un archivo de experiencias vitales donde se piensa el olvido, la enfermedad, el dolor y la muerte”.
La autora de Ese espacio, ese jardín y El ser que se va a morir dijo que desde niña leía mucho y muy joven descubrió que la poesía era un medio de acercarse a la realidad emotiva, a la realidad del mundo, “me fascinó esa posibilidad. Mis primeros poemas son poemas largos en general, que van guiados por un ritmo, por un sonido, por el movimiento del lenguaje. Me descubrían cosas que no sabía”.
Bracho, a lo largo de su vida, ha pasado por muchas etapas, pero siempre ha unido en las distintas etapas las formas de expresión que ha alcanzado en otras. “He escrito poemas de crítica social, de crítica política, y en los últimos años tuve la experiencia de mi madre con Alzheimer, a la que afortunadamente pude escuchar, ver y comprender a qué grado el Alzheimer es una forma de estar en el mundo que se acerca mucho al mundo de la niñez, es decir, a ver el mundo como algo nuevo, como algo sorprendente y fue muy conmovedor”, señala.