En el Pabellón Escénico, se presentó una colección de moda que llevó cinco años de creación, pues fue el resultado de los talleres de dibujo y costura que se han imparten en la Penitenciaria Santa Martha Acatitla y el Reclusorio Preventivo Sur, respectivamente.
En la pasarela desfilaron sudaderas, overoles, vestidos, sacos, faldas, pants y accesorios diseñados por personas privadas de su libertad, quienes se encargaron desde el diseño de estampado, hasta el último botón. Se trata de Cana 77, una marca que se dedica a la moda social con el fin de convertirse un negocio para todos los involucrados, entre los que se encuentran los talleristas Ismael Corona, serigrafista y actor de la compañía de Teatro Penitenciario; y Sandra Garibaldi, diseñadora de vestuario y artista. “¿Por qué es moda social? Porque tiene que ver con el impacto que generan las capacitaciones de costura y serigrafía tanto en el interior de la penitenciaría y el reclusorio”, explica Corona en entrevista. “Es un programa de capacitación laboral penitenciaria. Con otros artistas vamos y les damos talleres de dibujo talleres de costura, talleres de serigrafía”, dice Garibaldi.
Las prendas —de colores rojo, rosa y beige, el color de vestimenta de los internos del reclusorio, con patrones como calaveras y flores— son de estilo urbano, y todo está hecho a la medida, pues se busca que los diseños sean para todos los tipos de cuerpo.
Con esta primera colección se busca contar la historia de “los espartanos”, una subcutlura que hay en el Reclusorio Sur. “Todo lo que significa esparta lo utilizan y se lo apropian. Nadie sabe en realidad quién se los puso, por qué ellos se autonombran espartanos. En la penitenciaria son los perros de Santa Martha”, explica la diseñadora de vestuario.
Entre las manos que hacen la colección están las de Roy Rodea, quien de forma empírica se aventuró al diseño de moda, con la ayuda de su conocimiento previo para hacer peluches. También está Gustavo, quien hizo los diseños de serigrafía; le interesó aprender la técnica para así poder acompañar a su hija que estudia diseño gráfico: “No somos asistencialistas”, afirma Corona al hablar de la conformación del equipo de trabajo, pues explica que los participantes llegan por voluntad propia, motivados por el interés de aprender un oficio para generar ingresos. “Hay personas que dicen ‘yo quiero aprender’ porque de aquí hay cómo generar”, cuenta Corona.
Cana 77 tiene una estructura horizontal entre los trabajadores, es autogestiva y apuesta por la transparencia, así como el uso de materiales nacionales, en la medida de lo posible. “Toda nuestra obra está trabajándose para la pasarela. En el futuro queremos consolidarnos y volvernos un emprendimiento y a mediano o largo plazo queremos ser parte de la industria cultural creativa, pero por el momento trabajamos solo por pedido”, detalla Garibaldi.
Los talleristas explican que además de adquirir conocimiento de oficios, este proyecto representa una alternativa para la rutina y “una ventana para el arte”, por eso es importante que el trabajo se presente en un proyecto final como lo es la pasarela —que requirió un préstamo de 150 mil pesos que otorgó el Fondo para el Desarrollo Social de la Ciudad de México (Fondeso)— para que los involucrados vean materializado el resultado de su trabajo. “Existe la ilusión de poder obtener tu libertad, pero hay la cruda realidad que es que no se puedan ir. Entonces o se deprimen o se refugian en un trabajo y arte. Sabrán que están haciendo algo afuera, que llevará su nombre”, dice Corona.