La editorial Telar nace del esfuerzo colectivo; en primera instancia, con Carlos Ariosto, quien apuesta desde hace varios años por hacer teatro, pero ahora no solo a llevarlo a escena sino también a publicarlo, y en esa travesía se encuentra con otro socio, Juventino Sánchez Vera.
Los dos han echado a andar esta nueva editorial que tratará de proyectar el talento local en cuanto a dramaturgia se refiere, pues este tipo de literatura es escasamente publicada. Uno de los más recientes proyectos que se han hecho es el de Damaris Disner y su editorial Azul Turquesa, con la que vieron la luz las obras La siguiente esquina y Azar, esta última de Héctor Cortés Mandujano.
Carlos Ariosto precisa que la intención de lanzar una editorial de dramaturgia obedece a que el teatro chiapaneco vive un proceso histórico muy interesante e importante, que se deslinda del siglo pasado y que desde hace 18 años empieza a tener una fuerte presencia tanto en el interior del estado como fuera de este.
Muestra de ello es que los directores escénicos que se encuentran en cartelera están apostando por sus propias historias, o bien por dramaturgia hecha en el estado de Chiapas. Añadió que este sello puede ser también una especie de memoria que lleve un registro de lo que los creadores y dramaturgos están proponiendo al mundo.
Ambos personajes (Juventino y Carlos Ariosto) estuvieron presentando el nuevo sello editorial en el espacio conocido como Telar Teatro; ahí dieron a conocer el primer volumen, que integra las obras de teatro Cronotropo y Cotton Candy, de Laura Jiménez Abud.
Sobre Cronotropo, Carlos Ariosto dijo que Laura, autora de la obra, tiene un excelente manejo de metáforas, además que es una voz original, única, fresca, diferente.
Entrevista con Laura Jiménez
Aunque toda su vida ha transcurrido en la ciudad, Laura del Carmen Jiménez Abud, nombre completo de la autora de las obras Cotton Candy y Cronotropo, sabe que el origen de su inclinación por el teatro probablemente esté en El Parral, Chiapas, ya que cuenta que fue ahí donde su familia, con tal de llevar un poco de espectáculo a ese pueblo, empezó a montar adaptaciones de películas del cine.
Así, empezó a involucrarse con el teatro desde pequeña, leyendo obras que se encontraba en su casa, como las comedias de Shakespeare o las tragedias, y otras que se encontraba en casas de sus familiares.
¿Cómo fue tu acercamiento al teatro?
Empece leyendo, mi formación como dramaturga es precisamente desde la literatura completa. Mis cursos sobre teatro fueron dentro de la Facultad de Literatura en la Universidad Autónoma de Nuevo León y en la Universidad Autónoma de Chiapas, en donde tuve de maestros a Eduardo Marcial y al maestro José Martínez Torres; este último nos daba chispazos de teatro del siglo de oro español. En tanto, en Monterrey tuve de maestros a Coral Aguirre y a Rosa María, que nos daban teatro desde la literatura.
Cuéntanos sobre Cronotropo, una obra que fue montada por Telar Teatro y que resultó ser la ganadora de dos muestras de teatro, una estatal y otra regional
Técnicamente todo sucedió de manera vertiginosa durante este último año, no tiene mucho. Cronotropo forma parte de un proyecto personal que habla sobre metáforas, la construcción de relaciones personales pero a través de la reflexión de las relaciones personales respecto a un espacio social en donde se desarrollan estas relaciones personales. Me base en los amores de la diversidad para ejemplificar esta manera de ser y estar en un mundo contemporáneo, de eso se trata, por eso mis obras intentan ser muy actuales, intentan ser muy básicas en cuanto al uso de su lenguaje.
Cuando se montó la obra se presentaron dos personajes, Pedro y Luis. ¿Qué significan para Laura Jiménez estos personajes?
Bueno, es que Cronotropo es una búsqueda muy personal, es un pacto entre mis obsesiones y las objeciones de Carlos Ariosto, ya sé que es un nivel muy personal, pero es así y así nació y tiene que ver con esta búsqueda, pero no de identidad sino de un lugar en el mundo, y en Cronotropo falla esa búsqueda.
Muchas personas ya la vieron y saben de lo que se trata, tiene un final muy terrible porque alguien termina comiéndose a su “amor imposible” no logrado. Entonces habla de que comérselo es una manera en la que él encuentra un motivo para habitar este mundo y de poder sobrellevar su incapacidad de relacionar lo que siente con lo que está viviendo, por eso refleja está situación.
Y Luis habla de esta situación de una persona contemporánea que aún hoy, con todas las facilidades que tenemos para representar y vivir un amor libre, en este caso un homosexual, pues no encuentra como llevarlo a cabo y para él vender su cuerpo es una manera de vivir eso que él desea, esa búsqueda, por eso lo planteo como una persona voraz que come todo medio crudo. Es una cosa que hace un paralelismo con la actitud de Pedro, el otro personaje, el que sí trata de cocinar bien la carne y es muy meticuloso en eso, cuando el otro no lo es, es más voraz, todo lo quiere ya, quiere satisfacer sus deseos.
Pero, qué pasa cuando dos personas, una voraz y otra que tiene que controlar todo, tienen que cohabitar un espacio que es el amor, que no es el amor obviamente porque viven una relación super tóxica, pero qué pasa cuando eso sucede, pues pasa la desgracia total.
Sobre la otra historia, que es Cotton Candy, ¿qué nos planteas ahí?
Bueno, Cronotropo va acompañada de otra obra que se llama Cotton Candy, que es el complemento de la primera, la cual aún no la conocen; así está trabajado, así fue diseñado. Es el amor de dos mujeres, pero en esta no hay carne, hay comida. Obviamente, en esta, como el nombre lo sugiere, que también empieza con una letra c, hay dulce, mucho dulce, y hay música de los 60 y 70, y hay muchos juegos. Aunque es mucho más dulce, es más sexual, también hay más tensión sexual y un final diferente, es otra manera de habitar un espacio.
De ninguna manera busco crucificar a unos y alabar a otros, son solamente dos discursos, dos metáforas diferentes que finalmente es un abordaje de lo mismo. Y encontré en el amor y la diversidad LGTBB y todas las consonantes que lo conjuntan este vehículo para esta metáfora.
¿Esta pieza Cronotropo fue pensada para que la montara Telar Teatro?
Sí, definitivamente, no lo puedo visualizar de otra manera. Carlos, director de Telar, y yo hemos crecido en el teatro juntos, él antes que yo, pero de alguna manera, incluso desde que no estábamos relacionados de manera amistosa, teníamos un camino muy parecido.
A título personal yo me voy a estudiar mis posgrados a Monterrey y pierdo contacto con Carlos y cuando regreso necesito encontrarme conmigo misma y utilicé a Carlos para encontrarme. Encuentro en él la voz que yo buscaba. También, hay que decirlo, encontré a un equipo que me entiende; tú como escritor puedes dejar el texto y sabes que van a hacer algo bueno, y es lo que pasó.
Obviamente es diferente a como yo lo pensé, una puesta en escena es diferente y jamás imaginé un escenario en blanco o con tonos rojos, son cosas de la dirección de Darwin Castillo y supongo que de la creatividad de Ulises, pero hicieron un trabajo maravilloso, y no lo digo yo, lo constata el que hayan ganado dos selecciones de teatro.
A mi texto le han dado muchas flores, pero yo sé, porque lo he estudiado y así lo reconozco, que el texto escrito está muerto sin que haya alguien que lo mueva, y también es importante que además de la puesta en escena lo muevan en la publicación de un libro. Estoy muy agradecida con todos por lo que han hecho con mi texto.