Cuauhtémoc, águila que ataca y resiste
La arqueóloga señala que el tlatoani fungió como juez, sacerdote y embajador. Cortesía

“Cuauhtémoc fue un joven tlatoani, de entre 20 y 22 años, que encabezó la última defensa de Tenochtitlán ante el asedio de españoles e indígenas aliados, luego de asumir el cargo, pese a no estar contemplado en la línea sucesoria, quien desempeñó un papel muy digno”, afirma Patricia Ledesma Bouchan, directora del Museo del Templo Mayor.

Sin embargo, asegura que este personaje —cuyo nombre significa “águila que desciende para atacar” y que hoy será recordado a 500 años de su muerte— no solo encabezó la última batalla mexica, sino que hizo tareas de juez, sacerdote y embajador de diciembre de 1520 al 13 de agosto de 1521. Además, afirma que, pese a las voces que insisten en el supuesto hallazgo de los huesos del héroe, en Ixcateopan, Guerrero, estos no corresponden al héroe.

Ledesma Bouchan acepta que normalmente se tiene en mente que Cuauhtémoc solo estuvo al frente de un ejército y se olvida que también fue gobernante y que tuvo otras funciones que cumplió a cabalidad. Se esperaba que él fuera juez, pues como tlatoani era el único que tenía derecho a las sentencias de muerte. Al respecto, ocurrió un evento durante el asedio de Tenochtitlán cuando un grupo de gente de Xochimilco y Cuitláhuac entró por la zona sur de la ciudad y realizó saqueos. “Parte de aquel grupo fue detenido y Cuauhtémoc, junto con el gobernante de Xochimilco, ordenaron su ejecución”, detalla Ledesma.

Tareas que desempeñó

Otro ejercicio que debía realizar Cuauhtémoc era el de sacerdote, “estaba encargado de los rituales más importantes relacionados con el sacrificio humano. Bernal Díaz del Castillo señala que Cortés perdió varias batallas y en una de estas, el 30 de junio de 1521, los mexicas capturaron a varios españoles, ante lo cual él se dio a la tarea de sacrificarlos en Tlatelolco”.

Díaz del Castillo relata que logró ver cómo sacrificaban a sus compañeros y, al entrar a Tlatelolco encontraron en un tzompantli las cabezas de sus compañeros, de los tlaxcaltecas y de caballos.

Una tercera tarea que encabezaba el tlatoani era la política exterior, que, aunque estaba mermada, él la realizó sin dejar los frentes de batalla. Así que, además de estar físicamente en la batalla, debía estar en las oficinas centrales, por así decirlo, atendiendo la política exterior y a la metrópoli. “La guerra no ocurrió en un campo de batalla abierto, sino en la ciudad, por lo que debió proteger a la sociedad civil, por lo que mujeres, niños, ancianos y heridos fueron resguardados”, asevera.

¿Es cierto que pelearon mujeres con Cuauhtémoc? “El colega Marco Antonio Cervera menciona que se llama guerra total al momento en que la población entra a la defensa de su ciudad para salvaguardar sus vidas”, refiere.

Asimismo, “sabemos que las mujeres fueron disfrazadas como guerreros y las pusieron en lo alto del techo para que Cortés pensara que había suficientes personas dispuestas a defender la ciudad; y en los últimos días ellas apoyaron la resistencia. Lo primero que Cuauhtémoc pidió a Cortés cuando estuvieron frente a frente, tras ser capturado, fue que liberara a las mujeres”, expone.

Tras su captura, Cuauhtémoc enfrentó el tormento, que se llevó a cabo con un hisopo mojado en aceite, el cual se acercaba a la brasa y quemaba la piel, los músculos y los huesos. Esto lo dejó inválido; permaneció como súbdito de la corona, formando parte del gobierno del pueblo de indios, en Tlatelolco. Fue ejecutado el 28 de febrero de 1525 durante el viaje a Las Hibueras.

Por último, Ledesma es cuestionada sobre los supuestos restos de Cuauhtémoc que, en 1949, la arqueóloga Eulalia Guzmán halló en Ixcateopan: “Lo que hacemos es utilizar una metodología. Cuando se hace el descubrimiento, se echaron a andar varias investigaciones, se hicieron varias comisiones (1949, 1950 y 1976). Todas coinciden en que los documentos son falsos y que los huesos no pertenecen a una persona del siglo XVI de la cultura náhuatl”.

La ciencia no tiene verdades absolutas, pero se acerca lo más posible. Además, la última comisión, que fue la más completa, estudió los huesos, los documentos, la arquitectura de la iglesia, y resultó que ni los huesos ni los documentos tienen sustento histórico y que la historia oral que se había recogido no tenía nada que ver con Cuauhtémoc.

“Así que no podemos afirmar que esos huesos son de Cuauhtémoc, porque no hay evidencia alguna”, concluye.