Cuidar la salud en la tercera edad

Cuidar la salud en la tercera edad

La temporada de frío representa un periodo de mayor riesgo para la salud, particularmente en los adultos mayores, quienes suelen tener un sistema inmunológico más vulnerable. En este contexto, la presencia de una epidemia de sarampión ha encendido las alertas sanitarias, ya que se trata de una enfermedad altamente contagiosa que puede generar complicaciones severas en personas de la tercera edad.

Recomendaciones

n Uno de los pilares más importantes para la prevención es revisar el esquema de vacunación. Aunque muchas personas asocian la vacuna contra el sarampión únicamente con la infancia, los adultos mayores deben confirmar si cuentan con la protección necesaria. En caso de dudas, es recomendable acudir a un centro de salud para recibir orientación médica.

n Mantener una alimentación balanceada, rica en frutas, verduras y líquidos, ayuda a fortalecer las defensas del organismo. El descanso adecuado y la actividad física moderada también juegan un papel importante para conservar un buen estado de salud durante esta temporada.

n Otro punto clave es evitar la automedicación. Ante cualquier síntoma, es fundamental acudir al médico y seguir las indicaciones profesionales. El uso incorrecto de medicamentos puede ocultar señales de alerta y retrasar un diagnóstico oportuno.

No corras riesgos

La prevención no solo protege al adulto mayor, sino también a su entorno familiar. Cuidar la salud en esta etapa de la vida es un acto de responsabilidad y amor propio, especialmente frente a enfermedades prevenibles como el sarampión, que pueden evitarse con información, atención médica y hábitos saludables.

¿Cómo se contagia?

El sarampión se transmite a través de las gotas respiratorias que se expulsan al toser, estornudar o incluso al hablar. Además, el virus puede permanecer activo en el ambiente durante varias horas, lo que incrementa las posibilidades de contagio en espacios cerrados o con poca ventilación, situación común durante los meses fríos.

Para los adultos mayores, el contagio por sarampión puede derivar en problemas respiratorios, deshidratación, neumonía y un mayor riesgo de hospitalización. Por ello, la prevención es fundamental y comienza con medidas básicas de higiene, como el lavado frecuente de manos, el uso de gel antibacterial y evitar el contacto cercano con personas que presenten síntomas como fiebre, tos persistente o erupciones en la piel.