En 2015, la fotografía tomada por Jair Cabrera, en que se daba cuenta del primer narcomensaje en la Ciudad de México, fue elegida por Time como una de las 100 mejores de ese año.

La imagen publicada por la revista mostraba a un hombre colgado en un puente capitalino, lo que echaba por tierra el discurso oficial de paz y seguridad.

Jair había estudiado, a los 17 años, en un taller del Faro de Oriente, centro de artes y oficios, y encontrado en el obturador de una cámara una manera de alejarse de la violencia de Iztapalapa, donde había crecido.

Todo eso interesó a los cineastas Rodrigo Hernández y la griega Elpida Nikou, que lo siguieron por casi tres años para concretar el documental Disparos, que ya se estrenó. Durante el proceso, Jair fue uno de los fotógrafos retenidos por un comando militar en Guerrero, que le quitó su equipo.

“Estos directores trabajan por todo el mundo, llegaron al Faro y no sabían qué hacer, hasta que conocieron a Jair y les llamó la atención su historia”, cuenta Rodrigo Herranz, productor del largometraje.