La artista visual Daris Rubio (Hidalgo, 1990) denunció a Excélsior la apropiación indebida de su proyecto Huipil Defense, presentado en 2015 en el Centro de Cultura Digital (CCD) de la Ciudad de México, y en 2016 en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), como obra conceptual que fusiona el trabajo artesanal del telar de cintura, el bordado tradicional de las mujeres indígenas de la sierra hidalguense y elementos tecnológicos creados para protestar ante la inseguridad, el racismo y la violencia.

Esta pieza, que fue modificada sin autorización ni crédito alguno por la creadora Dora Bartilotti, es presentada ahora como arte participativo en el proyecto Voz Pública, que representará a México en el certamen internacional CIFO & Ars Electrónica, en Alemania, el cual fue expuesto, a finales de 2021, en el Museo Universitario del Chopo, UNAM.

Además de que recibió el beneficio de Jóvenes Creadores 2020-2021, del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC), antes Fonca, en la categoría de Nuevas Tecnologías, cuyo jurado evaluador (que debió verificar su originalidad) estuvo integrado por Marcela Armas Lozano, Yurián Humberto Zerón Gutiérrez y Carlos Julián Bonequi.

“Como mujer indígena y como alguien que representa a las mujeres de mi comunidad, porque algunas no hablan español, me parece una falta de respeto y un atropello el que Bartilotti se beneficie con una idea que no es suya y que, además, haya tergiversado mi proyecto de esa manera”, expresó Rubio en entrevista.

“Dora quiere hacer presente la violencia de la sociedad hacia los grupos desfavorecidos (con Voz Pública), en este caso de las mujeres, pero al invisibilizar mi proyecto y su desarrollo estético, agrede no solo a una mujer artista que no está recibiendo crédito por su trabajo sino también a toda la comunidad de mujeres indígenas que trabajaron conmigo”, abundó.

Así que es necesario señalar estas malas prácticas que deben ser transformadas, dijo, “porque las mujeres necesitamos unir fuerzas con otras mujeres, trabajar por y desde el arte, ya que el feminismo conlleva, también, la desarticulación de patrones desleales hacia otras mujeres artistas”.

Por esa razón, considera, “este tipo de acciones no merecen ser reconocidas ni premiadas institucionalmente, ya que perpetúan las malas prácticas en el que hacer artístico feminista que invisibiliza a otras mujeres”.