En el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco) ocurre un diálogo entre el arte geométrico y abstracto moderno y el arte indígena en “Convergencias/Divergencias. Dos estéticas, una sensibilidad”, que es también la oportunidad de conocer más de la producción artística de América del Sur, en particular de la zona del Amazonas entre Venezuela y Brasil.
Esta exposición presenta piezas del coleccionista venezolano Juan Carlos Maldonado, quien explica que no fue sino hasta 2018 que encontró la posibilidad del diálogo entre el arte moderno e indígena de su región. “La colección se viene haciendo hace 25 años y siempre ha estado muy orientada a todo lo que es abstracción geométrica universal, que comenzó en América Latina. Los artistas venezolanos considero que son innovadores, pioneros en el arte cinético-kinético, de ahí se fue orientando a países latinoamericanos que tuvieron movimientos abstractos concretamente geométricos, como Argentina, Brasil y Uruguay”, cuenta.
Maldonado explica que a partir de la obra del artista uruguayo Joaquín Torres-García, que estaba muy conectado al arte de las comunidades amazónicas, fue que llegó al arte indígena de los yekuana.
El coleccionista adquirió la colección de arte indígena del explorador Charles Brewer-Carías y la incorporó a su acervo porque “lo entendí desde el punto de vista visual, me llamó muchísimo la conexión que tiene con el arte que venía coleccionando, muchos de estos diseños con formas geométricas tenían unos efectos muy interesantes que al final son efectos ópticos que me conectaron al arte cinético-kinético”, explica Maldonado.
En la muestra, curada por Ariel Jiménez, se presentan 130 obras, entre las que se encuentran trabajos de artistas como Mathias Goeritz, Joaquín Torres-García, Mira Schendel, Jesús Rafael Soto y Sigfredo Chacón. Las piezas están divididas en los núcleos Funcionalidad técnica y valor simbólico, Modelos generativos y Pureza y economía de los medios.
Esta es la tercera parada de la colección, que ha visitado Miami y Madrid, con una curaduría que se ha ido “afinando” conforme viaja, explica Jiménez: “Aquí en Monterrey se focaliza más en el diálogo directo de dos estéticas diferentes, dándole menos importancia al aspecto histórico”.
Para la edición de Monterrey también se incorporaron obras nuevas de la colección. “Por ejemplo, se incorporaron piezas mayores que no estuvieron ni en la versión de Miami, ni en la de Madrid. Sol LeWitt, por ejemplo, es una de esas piezas, como también obras de artistas más jóvenes. Y la incorporación de estas piezas nuevas simplemente obliga a establecer diálogos que a veces solo se enriquecen, pero que en otras ocasiones se agregan a los ya existentes y hacen más compleja e interesante la exposición. Yo diría que la exposición de Marco es la más lograda, la más flexible y en definitiva la más bella de las tres versiones”, agrega.