Irán Castillo y Diego de Erice no podrían ser más diferentes... Ella, con su rostro dulce y trato amable, se proclama rockera de corazón y recuerda con cariño su adolescencia siguiendo a bandas como Metallica y Guns N’ Roses. Él, en cambio, rechaza rotundamente a este importante género musical y se autodefine más bien como un fresa empedernido.

Pero esto no se nota en el salón de ensayos, donde ambos conviven con 13 niñas y niños cargados de energía, quienes toman los instrumentos y los hacen sonar como si fueran una banda consolidada.

Ahí emplean sus habilidades actorales para enseñarles cómo deben rockear. Diego lo hace con una convicción que haría suponer que es un verdadero fanático de Aerosmith o Led Zeppelin. No se trata de una master class para los peques, sino de los ensayos del musical School of Rock, que por primera vez se monta de manera profesional en México.