Con el objetivo de fortalecer la reflexión sobre la programación cultural como una herramienta para la transformación social y la construcción de paz desde las comunidades, la Dirección General de Vinculación Cultural, a través de la Dirección de Animación Cultural de la Secretaría de Cultura del gobierno de México, llevó a cabo el primer Cultivario. Encuentro sobre Programación Cultural para Construir Entornos de Paz en clave Comunitaria.
Durante tres días, el Pabellón de Cultura Comunitaria reunió a agentes culturales, académicos, artistas, gestoras y gestores, representantes institucionales y colectivos comunitarios, quienes compartieron experiencias, metodologías y estrategias para la mediación sociocultural y la programación cultural participativa.
Reflexión y acción cultural
El programa incluyó una conferencia magistral, cuatro mesas de diálogo, tres puestas en común —espacios de intercambio de saberes y reflexiones—, así como cinco jornadas de talleres en los que se abordaron temas como la cultura en contextos de violencia, los factores protectores y cuidados comunitarios, el ocio y el disfrute como derechos culturales, y las herramientas para evaluar el impacto social de las acciones culturales.
Las mesas de diálogo convocaron la participación de representantes de universidades públicas, instituciones gubernamentales, organizaciones civiles, colectivos enfocados en cultura comunitaria, quienes coincidieron en la importancia de que las políticas culturales se construyan desde las comunidades, reconociendo sus saberes, memorias y formas de organización.
Postura ética
Las conclusiones de Cultivario subrayan que participar en la vida cultural en contextos de violencia es un acto político que implica reconocer las disputas simbólicas, las exclusiones históricas y las resistencias comunitarias. La cultura, se destacó, no es un lujo, sino una trinchera de dignidad y esperanza.
Asimismo, se enfatizó que la mediación sociocultural es una postura ética y política, más que una técnica, y que los procesos de programación cultural deben surgir desde las necesidades y aspiraciones de los territorios.
La construcción de paz, coincidieron las y los participantes, requiere de escucha, acompañamiento, autocuidado y sensibilidad territorial, así como de una mirada horizontal que reconozca los saberes locales, especialmente los de mujeres y juventudes.
Entre los ejes más reiterados destacó la importancia de incluir a las juventudes como sujetos activos de las políticas culturales, y de fortalecer los mecanismos de evaluación y seguimiento participativo junto con las propias comunidades.












