El curioso caso de Benjamin Button

Del mismo creador de Seven (1995) y Zodiac (2007), nace esta historia basada en un relato de F. Scott Fitzgerald, quien a su vez se inspiró en este relato gracias a la frase del escritor y humorista norteamericano Mark Twain (Creador de Las aventuras de Tom Sawyer): “La vida sería infinitamente más alegre si pudiéramos nacer con 80 años y nos acercáramos gradualmente a los 18”. Desde que se pensó en este relato para ser llevado a la pantalla gigante, hubo muchas dudas por ser considerada una historia demasiado ambiciosa y fantasiosa, y la realidad es que a hoy después de haberla visto, doy razón a esos temores.

El caso de Benjamín Button resulta enormemente interesante y atractivo. Ver la vida en retrospectiva de un hombre nada común al nacer viejo y morir como un bebé es hasta cierta medida fascinante. El relato comienza de la mejor manera, similar a como inician los cuentos de hadas o quizás con cierta reminiscencia a la sensacional Titanic: una madre en su lecho de muerte empieza a narrar dos extrañas historias a su hija quien cautivada continúa leyéndolas en un viejo diario.

Dos relatos que a gusto del espectador podrían bien enlazarse o verse en paralelo (primer fallo). Esta es entonces la estructura escogida por Fincher para permitirnos conocer la vida entera de este particular personaje. Su historia se divide en tres partes: niñez/adolescencia, vejez y muerte, y aunque las historias van en ascenso, no ocurre así con su ritmo que decae de la mitad del metraje.

La cinta es un arduo ejercicio técnico por ambientar amplios y diversos contextos históricos reales. Hablamos de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, del ataque a Pearl Harbor y el huracán de Katrina, lo que sin duda conllevaba a un proceso minucioso no solo en los elementos estéticos sino también los estructurales como la continuidad, que no fueron exactamente los más impecables en esta producción y que en últimas, son los que justificarían en parte la inmensa lluvia de nominaciones recibidas en el Óscar 2009.

En El curioso caso de Benjamín Button, el tiempo juega un aparente papel protagónico que poco o nada consigue afectar la vida del personaje principal, pues es más un distractor. A pesar de este largo viaje en el tiempo, no hay un viaje emocional profundo. La interpretación que hace Brad Pitt resulta plana e inexpresiva en la mayor parte de la escenas. El papel tiene una carencia de emotividad y fuerza interpretativa que no hace convincentes los sentimientos de amor que Benjamín experimenta por su madre, por el amor de su vida o por su hija. Y así también lo hace en otros de gran sensibilidad y fragilidad como la desaparición de un familiar o un amigo.

No es tampoco de calificar la interpretación de Pitt como mala, pero sí está a varios kilómetros de distancia de considerarse un papel brillante. Un leve cambio en su tono de voz, un excelente maquillaje y vestuario fueron los que lograron deslumbrar al Jurado de los Premios de la Academia. El resto de actuaciones como la de Cate Blanchett, Tilda Swinton y Jason Flemying son de trámite. Taraji P. Henson sí logra sobresalir con un papel muy bien logrado y convincente.