Los dichos de los viejitos son consejos cortitos y uno de ellos reza: “entre el amor y el odio, hay solo un paso de distancia”. Esto mismo fue lo que vivió Marilyn Monroe y su esposo Arthur Miller.

La mujer ícono del cine en el país de las barras y estrellas tiene sus antecedentes en México, cuando en 1902 nació en Piedras Negras, Coahuila, Gladys Pearl Monroe, madre de Marilyn Monroe. Después de dieciocho años viviendo en México, la familia se trasladó a los Ángeles, California, ciudad donde Marilyn nació el 1 de junio de 1926. A lo largo de su vida la actriz se casó en tres ocasiones, pero ninguno de sus matrimonios tuvo éxito, su último esposo fue el dramaturgo y actor Arthur Miller de quien se divorció en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1961.

El estado de Chihuahua tenía treinta años con una ley que agilizaba los trámites de divorcio la cual brindaba a las parejas en días y, en ocasiones, en horas el acta que daba por concluido el contrato matrimonial, así que fue el gobernador, el General Roberto Fierro Villalobos, quien tuvo la iniciativa de prolongar dicha ley, misma que se conoció como “divorcios al vapor”.

El 20 de enero de 1961 la rubia actriz acudió a Ciudad Juárez y en el juzgado primero de lo civil, ante el juez Miguel Gómez Guerra, Marilyn Monroe interpuso la demanda de divorcio señalando para oír notificaciones una casa marcada con el número 1425 de la avenida Insurgentes de aquella ciudad fronteriza y tuvo como abogado al licenciado Arturo Sosa Aguilar.

Entre los derechos que la dama pedía era el de recuperar su nombre de soltera. La feliz pareja había contraído nupcias el 30 de junio de 1956 en White Plains, Nueva York. Aquella pareja, que alguna vez había sido feliz, no tuvo hijos, por lo que el juzgado no batallaría mucho en dar su veredicto.

Una de las razones que obligaron a la dama renunciar al amor fue el carácter incompatible de su pareja, lo que hacía imposible vivir bajo el mismo techo y por lo que ya estaban separados desde el mes de noviembre de 1960.