“Esta noche, el corazón está en Acapulco”. Con esta frase, Tatiana Huezo recogió uno de los premios que su documental El eco obtuvo durante la clausura del Festival Internacional de Cine de Morelia.

Dicha cinta, junto con la ficción Tótem, de Lila Avilés, se elevaron como las dos grandes triunfadoras de la edición 21 FICM con tres premios cada una, incluyendo ambas el mejor de su respectiva sección y el del público, fórmula que pocos logran concretar.

El eco se ubica en el pueblo del mismo nombre, donde los niños cuidan de las ovejas y sus abuelos, a la par de que las condiciones climáticas ponen en peligro al lugar, y van entendiendo a la muerte, el trabajo y el amor. Además de los galardones a mejor documental y del público, conquistó el de documental hecho por una mujer.

“Habla de la fragilidad del mundo campesino porque a ellos les está tocando durísimo este clima cada vez más extremo, que llega y arrasa con los animales, con las cosechas. Hay inundaciones, sequías, es una forma de vida extraordinaria y frágil a la que hay que cuidar y a la que hay que voltear a mirar”, indicó Huezo.

Tótem, en tanto, hizo buenos los pronósticos con los que había llegado al certamen, luego de haber ganado un premio en la pasada edición de Berlín. Lila Avilés, su directora, pegó en el suelo con la mano, llena de felicidad, cargó a su pequeña protagonista Naima y gritó varias veces ante el micrófono.

La cineasta se llevó a casa los premios de mejor largo de ficción, del público y dirección. El filme cuenta la visión de una niña cuyo padre está enfermo y la familia se reúne para ver los pasos a seguir. “Al final esta película habla sobre la casa, sobre cómo habitamos la casa, cómo nos habitamos a nosotros mismos, cómo habitamos este espacio”, apuntó.

Por su parte, Adriana Llabrés se elevó como mejor actriz por Todo el silencio, en la que interpreta a una mujer que va perdiendo el sentido auditivo, y Sebastian Rojano logró el de mejor actor por Todos los incendios, pero no estuvo en la ceremonia porque el camión que lo trasladaba no llegó a tiempo. “Aprendí mucho de la comunidad de sordos”, exclamó Adriana para agradecer a todo el equipo que la acompañó.