El artista plástico Urs Fishcer (Zúrich, 1973) se encuentra en la Ciudad de México por la inauguración de su retrospectiva “Urs Fischer: Lovers”, en el Museo Jumex.

La muestra, que contó con la curaduría del italiano Francesco Bonami, recorre 25 años de carrera del irreverente escultor, pintor y fotógrafo, cuya obra es considerada difícil de clasificar por su estética desordenada y variada —trabaja con materiales variados como pan, polvo y cera—.

Fischer ofreció una charla en el Museo Nacional de Antropología, donde abordó diferentes temas que se relacionan con su obra y su quehacer como creador. La exposición “Urs Fischer: Lovers” tiene como punto de partida el amor, no solo romántico, sino también del que invita a cuidar de las otras personas.

Al respecto, Fischer explicó que dudó un poco sobre el título de la exhibición porque la palabra “lovers” (amantes, en inglés) podría dar pie a malas interpretaciones o considerarse de mal gusto, pero que justo surgió por la escultura de 10 metros que se encuentra en la entrada del museo, titulada Lovers #2, así como en otras dos esculturas que conforman la muestra que representan el actor de “cuidar al otro”.

“(El amor) era algo que veía mucho entre las obras de la exposición, es por eso que mantuvimos ese título. El amor es conexión y todo aquello que no es amor es lo que divide”, comentó el artista.

Los temores de Urs Fischer

Ante la pregunta del curador sobre cuál es su mayor miedo como artista o ser humano, Fischer hizo una larga pausa, para finalmente decir que en esta ocasión solo respondería desde su faceta como artista. “Hay varios miedos, pero uno en particular es que temo no encontrar una forma de relajarme mientras trabajo como artista. Hasta hace poco, creía que hacer arte me haría feliz, pero nunca me hizo feliz, porque esto es un trabajo y el trabajo no me hace feliz. Hay proyectos que son muy complicados y los resultados finales me hacen muy feliz, pero el proceso de trabajarlos no”, declaró.

El escultor también señaló que el quehacer artístico también implica organización y trámites administrativos que no le gustan en lo absoluto. “También hay riesgos económicos que debo hacer. El proceso no es relajante”, expuso. “Pienso que tengo un problema con el arte y es esta sensación de ‘soy estúpido, no lo entiendo, no soy lo suficiente bueno para entenderlo’. Esta sensación no la entiendo”.

El escultor, quien considera que el arte no debería generar esa sensación, sino celebrar la vida, señala que la cuestión no es calificar el arte como bueno o malo, sino interactuar con la obra. Alentó a aquellos que tienen inquietud de crear a solo lanzarse a hacerlo. “Estoy muy feliz de haber comenzado a hacer arte a los 21, cuando tuve la oportunidad, porque es algo que puedes ir resolviendo en el camino… No hay atajos, hay que seguir moviéndose”, añadió.

Aunque las obras de Urs Fischer sean difíciles de clasificar, hay una serie que le caracteriza por excelencia: sus esculturas de vela, que se derriten con el paso del tiempo. ¿Cómo y por qué Fischer trabaja esas obras? En su conferencia, mencionó que considera que hacer estatuas de bronce de personalidades actuales es “corriente”, por lo que recurrió a la “figuración” realista con materiales que no son eternos, y agregó que estas estatuas usualmente son figuras de personas que conoce.