A finales del año pasado, la Cuenta Satélite de la Cultura de México de Inegi reportó que el sector de la cultura presentó un crecimiento de 7.5 % durante 2021 y que las áreas del sector con mayor recuperación fueron la música y conciertos, las artes escénicas y espectáculos, y artesanías. Caso contrario fue el del área de artes visuales y plásticas, pues fue la única que decreció (menos un 4.2 %), la que menos aportó al PIB cultural (un 0.9 %) y una de las que menos generó trabajos, aportando solo el 1.5 %, al igual que las artes escénicas.
Eduardo Cruz Vázquez, analista del sector cultural, explica en entrevista que estos datos son una muestra representativa de la cadena de valor y reflejan que en 2021 “no hubo un buen negocio, no hubo ventas ni de insumos ni tampoco de obra, en cualquiera de los canales de salida”.
El también fundador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) advierte que estas cifras de la Cuenta Satélite de la Cultura de México hay que leerlas con el matiz de que no solo hacen referencia a la venta de arte en galerías, sino que es una muestra representativa de la cadena de valor, que va desde los insumos que requiere un artista para producir una obra, hasta la venta en tiendas departamentales, otros establecimientos comerciales más allá de galerías (cafeterías, librerías, tiendas de marcos), ferias y mercados de arte, venta directa entre individuos y mucho más.
Cruz Vázquez también indica que estas cifras se tienen que leer de manera objetiva, porque “el mercado del arte es uno de los más difíciles de monitorear porque existen muchas operaciones informales y muchas abajo del precio del mercado”.
El panorama podría considerarse desalentador para los marchantes y los artistas, pero pareciera que exigirle un mayor crecimiento a esta industria o esperar que alcance los niveles de la industria musical (que en 2021 tuvo un crecimiento del 28.4 %), sería ir contra su propia naturaleza y lógica.
“El arte visual es diferente a la música y otras formas de expresión, porque no se consume en cualquier momento”, aclara Brett Schultz, director de la Feria Material, encuentro que arranca su próxima edición el 9 de febrero y que albergará a 57 expositores de 30 ciudades y 15 países. Material, junto con ACME y Zona Maco, es uno de los encuentros más relevantes de la Semana del Arte.
Schultz dice que él no ve con malos ojos las cifras de 2021, porque “se había previsto un decrecimiento mucho peor”, pero que actualmente el mercado se recupera rápido.
“No sé si sea malo que no crezca tanto, es una cualidad de las artes visuales, es una industria muy resistente a la consolidación, es impulsado por emprendedores y pequeños negocios. No tiene mecanismos de distribución como la música, que tiene canales de distribución establecidos y fáciles de entender. La industria del arte obedece sus propios mecanismos. Es del tamaño que necesita ser”, sostiene.
“El mercado del arte en México sí goza de buena salud, además cada vez hay más interés, es un momento de estar observando qué ofrecen las galerías”, agrega Andrea Zapata, egresada de la Universidad de Yale y directora de Inversiones de LS/Galería.
De igual forma, afirma que la Semana del Arte y los escaparates que ofrecen las ferias de arte son un impulsor de ventas: “Hacen una selección, hay curadores de buen nivel, como Art Basel o Frieze y también es el caso de Zona Maco. Asisten coleccionistas no solo mexicanos, sino latinoamericanos e incluso de otros países. Es un gran escaparate para que las galerías mexicanas ofrezcan su arte al mundo”.
Por su parte, Cruz Vázquez sostiene que “el mercado del arte es pequeño, no es deficitario ni insuficiente; es pequeño y así ha sido”. Para dar una idea del tamaño de esta industria, de los 709 mil 161 millones de pesos corrientes que los mexicanos gastaron en bienes y servicios culturales en 2021, solo el 1 % pertenece al área de las artes visuales y plásticas.
Uno de los factores que dictan el tamaño natural del mercado del arte mexicano son los coleccionistas (o la falta de estos).