Netflix ha vuelto a apostar por la comedia romántica y, esta vez, el resultado se llama El otro París. Estrenada el 12 de septiembre, la película protagonizada por Miranda Cosgrove no solo se ha convertido en uno de los estrenos más comentados de la plataforma,sino también en su nuevo número 1. Y como suele ser también común con estas películas de consumo rápido, su éxito en audiencia contrasta con una acogida crítica desigual. Aunque en este caso, parece claro que estamos ante uno de esos títulos que o se aman o se detestan.
La trama arranca con una premisa que hemos visto en muchas producciones parecidas: Dawn, una aspirante a artista, cree que ha sido seleccionada para participar en un reality de citas en París, Francia. Pero pronto descubre el engaño: el destino real no es la Ciudad de la Luz, sino París, Texas, un pequeño pueblo sin glamour, ambiente chic ni cafés literarios a los que ir con boina en la cabeza.
Lo que parecía un chasco absoluto se transforma en un viaje personal y, cómo no, en una inesperada historia de amor con un vaquero local, interpretado por Pierson Fodé.
El planteamiento, ligero y juguetón, funciona como punto de partida para explorar el choque entre expectativas y realidad, uno de los motores clásicos de la comedia romántica. Aunque el público parece estar disfrutando del estreno, la prensa especializada no ha sido tan amable.
Lo que sí funciona
El encanto de actrices como Madeleine Arthur y Christin Park aportan frescura y humanidad a sus papeles secundarios. Sus personajes tienen rasgos definidos como ambición, sinceridad o ingenuidad que permiten identificarse. Sin duda, la película tiene momentos divertidos y escenas de escape visual —locaciones, vestuario, estética— que cumplen para quienes buscan una comedia romántica ligera, sin pretensiones profundas.
Algo importante a destacar es la autonomía del personaje principal: Dawn (Miranda Cosgrove) no es un personaje plano: su motivación (estudiar, huir de lo que espera de ella) genera simpatía, y hay cierta honestidad cuando enfrenta las falsedades del show, además de que nos muestra a una actriz en cada vez más alejada de su icónico personaje adolescente.
Lo que no termina de convencer
Muchos podrán sentir el guion predecible y descubrir los clichés muy rápido. Las situaciones responden a fórmulas ya muy vistas en el género: el reality show ambiguo, la rivalidad entre influencers, el reencuentro con alguien del pasado. La película no siempre se aventura a subvertir estos tropos, aunque siendo sinceros, esto es parte de lo que hace una comedia romántica clásica.
Pero lo que debe haber sí o sí para que una comedia romántica sea exitosa es química entre sus protagonistas y aquí se vio un poco limitada. Varias opiniones coinciden en que aunque haya carisma, no se siente suficiente conexión emocional entre los protagonistas para que los momentos románticos calen verdaderamente.
Y si le sumamos que aunque aborda temas como la fama, la imagen y la ilusión de la vida glamurosa, lo hace de forma muy superficial. Las críticas señalan que no alcanza profundidad para cuestionar de verdad esos aspectos del entretenimiento moderno, por lo que si pensaban recurrir a clichés clásicos, pudo abordarse con otras situaciones con las que más personas pudieran identificarse.
¿Vale la pena ver El otro París?
Si buscas una comedia romántica sin complicaciones, visualmente atractiva y con momentos de entretenimiento ligero vale la pena darle play. No esperes reflexiones profundas ni sorpresas argumentales. Será ideal como película para desconectar, disfrutar del paisaje emocional de los personajes secundarios, y dejarse llevar por el encanto del género en su versión menos exigente.