El texto de Iván Gallo que irritó a Arjona

El entrevistador de CNN Camilo Egaña pretendía leer este escrito al cantautor guatemalteco cuando este lo interrumpió y lo señaló de haberse enfocado más en las cosas malas que se dicen de él.

“A primera vista podría tratarse de un revolucionario, uno de esos tipos que, como Manu Chao, tienen costumbres hippies como recorrer el continente en auto stop o escoger como guardaespaldas a una guardia indígena. Pero no se equivoquen, mientras el exlíder de Mano Negra es consecuente con su discurso, el guatemalteco no es más que un producto elaborado por las disqueras para descrestar a solteronas cursis y a torpes aspirantes a filósofos”, se lee en el texto “Ricardo Arjona, el cantante de los que no leen”, redactado por Iván Gallo para el portal www.las2orillas.com.

“Arjona no solo es un mal poeta, sino que es un farsante.  Uno puede pensar que traerlo a cantar al país puede ser barato (Colombia), ya que él ha dicho hasta la saciedad que no tiene pretensiones materiales y que su única preocupación es alimentar a la musa que le dicta las canciones. Para sus conciertos exige cosas tan absurdas como varias botellas de ron jamaiquino, galletas nepalíes, chocolate mexicano y 50 dobles para despistar a los fans que matarían por una hebra de su cabello. Es más fácil tocar el hombro de Barack Obama que el del autor de ‘Quién diría’”

El ensayista insultó las composiciones del cantautor y a sus fanáticos, a quienes señaló de incultos. “Sus versos ramplones –vulgares y descuidados- e imposibles como ‘El problema no fue hallarte, el problema fue encontrarte’ o ‘Cómo encontrarle una pestaña a lo que nunca tuvo ojos’, seguían siendo recitados por millones de jovencitas. Si Neruda era el poeta de los trabajadores y Rimbaud el de los fumadores de hachís, Arjona es el bardo de los que nunca han leído un libro”, arremete.

El texto finaliza con una dura crítica al cantante y a su público: “Su triunfo es la derrota del arte verdadero y una prueba clara y contundente de que a cualquier tarado que pueda ocurrírsele una canción tan insulsa como ‘Pinguinos en la cama’ puede aspirar a la gloria. El secreto para llegar a la fama no tiene nada que ver en el genio, sino en la habilidad de los mercachifles de la música y de interpretar los gustos, cada vez más limitados, de una muchedumbre culturalmente pobre”.