Basada en una novela de Julia Leigh. Martin (Willem Dafoe) en contra de sus deseos, se ve obligado a compartir el campamento base con la mujer y los hijos de un zoólogo desaparecido. Un thriller ecologista con una deriva de drama social.
Martin es el encargado de localizar y eliminar determinados objetivos, tiene el último trabajo que lo pone en la búsqueda del último tigre de Tasmania, con la intención de conseguir todo el material genético posible, destruir el resto, y entregar las muestras a una empresa biotecnológica. Se inicia así un viaje en busca de un mito.
Con un trasfondo de conflictos medioambientales, empresas de madera y conservacionistas, el solitario y asceta Martin se aloja en la casa de una mujer Lucy (Frances O’Connor) con dos niños, cuyo marido ha desaparecido en extrañas circunstancias.
Los días pasan mientras trata de localizar al animal y con ella una creciente conexión con la familia, generada a ritmo de momentos con los niños, chapuzones en casa y música.
Seca y directa, muy pausada, contemplativa por momentos, con diálogos escasos y pocas concesiones. Cobra protagonismo la natural belleza del paisaje de Tasmania, bosques y ríos, nieve y una especial atención a las panorámicas de amaneceres y atardeceres.
Largos silencios, donde los sonidos de la naturaleza comparten banda sonora con música clásica del iPod de Martin. Sin embargo en la mitad del metraje, la película se precipita, quizá por la edición, y provoca situaciones que no se entienden y comportamientos poco claros de algunos personajes como el de Jack (Sam Neill).
El comportamiento de éste, motiva la llegada de un nuevo cazador a la zona y pone en bandeja de plata el conflicto y una posterior tragedia. Una película que trata el precio y el valor de la naturaleza y los intereses económicos, pero sin moralina. Con un final a la vez esperanzador y desesperanzado, la película nos trae un aliento de originalidad.
El omnipresente paisaje boscoso o selvático de la película juega un papel esencial en la película, el ser humano se ve aturdido y asfixiado por esa imponente y hostil naturaleza, hostil hasta el punto de que la misma filmación fue una experiencia dolorosa para ciertos miembros del equipo. Los tonos fríos dan a la cinta un aire triste, pero también misterioso.
Si bien la acción transcurre de manera pausada, en ningún momento decae pues la tensión percibida durante todo el metraje te mantiene en constante atención.