La escritora y periodista Elena Poniatowska (París, 1932) va “muy poco al cine; tampoco veo mucha televisión. Lo único que hago es estar frente a la computadora”, afirma.
En entrevista con La Jornada, adelanta que tiene varios libros en proceso de escritura y promueve El charrito cantor, título dirigido al público infantil y juvenil, ilustrado por Oswaldo Hernández. No es la primera obra que dedica a los niños. Antes escribió El burro que metió la pata y Boda en Chimalistac, y lo hace “porque me gusta mucho”.
“Me gustan mucho los niños. Tengo 10 nietos, los más chiquitos tienen ya 10 y 11 años”, dice, acompañada de Shadow, su perro color negro, en su casa en Chimalistac, donde también hay gatos y un cotorro, además de miles de libros, montones de premios y diplomas y muchas fotografías.
“Creo que el primero fue El burro que metió la pata; fue una historia que le pasó a mi hijo Mane, el mayor: íbamos a la Cuchilla del Tesoro, y de repente se hizo un embotellamiento espantoso; todos los cláxones comenzaron a tocar y las personas a enojarse.
“Lo que había sucedido es que un señor que llevaba una carreta con alfalfa, a su burrito, que jalaba todo eso, se le había atorado una pata. Yo no entiendo cómo el niño, porque Mane era un niño, se dio cuenta de lo que estaba pasando; se bajó rápidamente de mi vochito y sacó la pata del burrito y ya se deshizo el embotellamiento”, relata.
El charrito cantor es la historia de otro niño y comienza así: “En Santa Isabel Tola, camino a Pachuca, pasa un acueducto, y cuentan que es de lágrimas porque la Llorona lloraba toda el agua que lo recorre. Sus arcos se desgastaron con el tiempo y ahora los vecinos presumen: ‘Son tesoro nacional’. Ahí vive Fernando Alonso. Su padre andaba de aquí para allá. Visitaba a tres hijos en tres casas, porque tuvo 16 con tres mujeres. Cuando iba a verlos, dejaba un billete de 50 pesos en el pañal del recién nacido”.
Fernando se perdió un mal día y terminó cantando con unos mariachis que le compraron su traje. Era un buen cantante y, como nadie, entonaba La llorona. Todavía canta: el personaje está basado en un jovencito que Poniatowska conoció y asistió a una de las presentaciones que se han realizado del libro, publicado por Alfaguara.