Mientras la escritora chilena Mariana Callejas (1932-2016) impartía talleres de literatura en el salón principal de su casa, en el sótano su esposo Michael Townley torturaba a presos políticos, y Eugenio Berrios, “El Químico Loco”, probaba con ratas los efectos del gas sarín. Entre sus alumnos figuraron Carlos Iturra, Gonzalo Contreras, Carlos Franz, Enrique Lafourcade, y, en alguna ocasión, el poeta Nicanor Parra. Y entre sus víctimas, el general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, así como el español Carmelo Soria. A los 84 años de edad, la cuentista falleció el 10 de agosto, sola en un asilo.
A pesar de su talento literario, la escritora fue condenada al olvido y el abandono de las editoriales por su activismo político a favor de Augusto Pinochet en la década de los 70. Fue conocida como la escritora que se convirtió en agente de la policía secreta durante la dictadura. Los premios de Novela Andrés Bello por Los puentes (1981) y el de la revista cultural La Bicicleta no le valieron para que en la década de los 80 y 90 los sellos editoriales Sudamericana, Planeta y Random House aceptaran sus manuscritos.
Callejas, exintegrante de Patria y Libertad, había tomado cursos de letras en Miami y tenía habilidades literarias. Algunos de sus textos los firmó con el seudónimo de María Luisa Pizarro. Se casó con Michael Townley, exagente de la CIA, quien participó en el homicidio del canciller chileno Orlando Letelier en 1976, en Washington. En 1974, Callejas ayudó a su esposo en el asesinato del general Carlos Prats, un militar constitucionalista antecesor de Pinochet, y de su esposa Sofía Cuthbert.
El atentado fue en Buenos Aires con una bomba colocaba en su automóvil. Las investigaciones determinaron que la escritora, quien era parte de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), accionó el control remoto del explosivo. Por este crimen, en 2008 fue condenada a 20 años de cárcel, pero después la Corte Suprema le rebajó la condena a cinco años y le concedió libertad vigilada en su casa.