Las largas trayectorias de la bailarina y coreógrafa Leticia Alvarado y del bailarín Vicente Silva fueron reconocidas con la Medalla Bellas Artes 2023 y 2024 respectivamente. Para presentar a Alvarado, la maestra Elisa Irene Rodríguez Ostuni destacó la solidez que ella mostró al formar la compañía Tándem.
“Llegaste perfectamente armada para afrontar la dirección de una compañía como Tándem y convertirla en un referente de la danza contemporánea mexicana. Lo que siempre me ha deslumbrado de tu danza, Lety, han sido los universos que creas incansablemente; esa profunda sensación de penetrar en la intimidad de los personajes que abordas; la intensidad con la que miras el mundo que inspira tu danza, desde los universos vitales de artistas extraordinarios. Es una profundidad que te hermana con la poesía, con la imagen que es símbolo e historia, Más de medio centenar de obras dan constancia de esto”, afirmó Rodríguez.
También recordó que la música, en la vida de la bailarina y coreógrafa, conforma una tradición familiar y que, en cierta ocasión, Guillermo Serret, sobrino de Guillermina Bravo, dijo que Alvarado, durante el baile, era como una figura salida del universo de Amedeo Modigliani. Además destacó que sus años formativos fueron en la década de los 80, a la par de figuras que hoy son ya protagonistas de la danza en México.
La coreógrafa, ganadora de los premios José Limón, INBA-UAM, Raúl Flores Canelo y Danza UNAM, entre otros, agradeció a su madre, a su hermana y a un sinnúmero de bailarines, como María Nieto, Ángel Rosas y Gabriela Ruiz, entre otros. Sus palabras de agradecimiento terminaron con un fragmento del poema “No te detengas”, de Walt Whitman: “Tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio”.
Por su parte, Silva Sanjinés, en cuatro décadas de trayectoria ha ganado el Tercer Concurso Intercontinental de Danza Contemporánea en México y el Premio de Distinción en el Primer Concurso de Coreografía Alexander S. Onassis en Grecia, además de haber trabajado proyectos escénicos para públicos marginados como los reclusos Islas Marías o los habitantes de ciertas vecindades. La bailarina Karla Bohr Lugo recordó que el bailarín se fue “de mojado” a Estados Unidos para trabajar intensamente con poblaciones mexicoestadounidenses.
“En palabras del maestro Vicente, puedo hablar de cuántas veces nos ha dicho, en un salón, en una conferencia, que no sabe quién hace a quién: si el alumno a él o él al alumno. Lo mismo mencionaron sus alumnos en las Islas Marías, donde creó el primer grupo de danza carcelaria en 1992”, expresó Bohr para profundizar en una cara específica de la trayectoria del bailarín y maestro.
Cuando fue su turno, antes de recibir la medalla de manos de Karla Bohr y de Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), Silva recordó sus años de formación y agradeció, en particular, a la directora del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac), Cecilia Lugo, cuya presencia le ha traído siempre buenos augurios, señaló. Especialmente, dijo que su mayor logro, más allá de su carrera artística, fue convertirse en padre.