El príncipe, de 63 años, se ha convertido estos días en el protagonista de una inédita guerra familiar que lleva a cabo para impedir el matrimonio de su primogénito, Ernesto Augusto Jr., de 33 años.
Ernesto Augusto contraerá matrimonio el próximo sábado en Hannover con la diseñadora rusa Ekaterina Malysheva, de 30 años, una boda a la que acudirá la flor y nata de la realeza europea.
Cuando se anunció la boda, el actual jefe de la Casa Guelfa anunció que se oponía al matrimonio y que iniciaría acciones legales para recuperar todos los regalos que le había hecho a su primogénito en 2005, entre estos el castillo de Marienburg y decenas de propiedades repartidas en Alemania y Austria.
Dos años después Ernesto de Hannover fue destituido de la presidencia de la Fundación Duque de Cumberland, que administra la riqueza familiar, y su lugar fue ocupado por su hijo mayor. Desde entonces, se dedicó a disfrutar la vida, viajaba a Ibiza, a la isla Lamu en Kenia y a su castillo en Grünau (Austria), donde organizaba cacerías para sus amigos.
Pero la inminente boda del primogénito, acabó con la dolce vita del príncipe. “No ha sido fácil para mi tomar esta decisión, porque también involucra a mi hijo. Pero me he visto obligado a hacerlo porque está en juego la preservación de los intereses de la casa Hannover, incluidos valiosos bienes culturales que son propiedad de la Casa desde hace siglos”, dijo al periódico Handelsblatt, que reveló este lunes la inédita guerra que vive la familia.
Ernesto Augusto teme, según el periódico alemán, que en caso de un hipotético divorcio de su hijo, parte de los bienes de la Casa Güelfa queden en manos de Ekaterina Malysheva. El príncipe también ha denunciado graves irregularidades de la Fundación Duque de Cumberlan.
Sin el consentimiento del padre, el matrimonio de su hijo tampoco podrá ser avalado por la casa real británica, una medida que impedirá que los hijos de Ernesto Augusto Jr. y Ekaterina Malysheva puedan optar a la sucesión en el trono británico.