Es duro ser fuerte siempre: Roberts

Es duro ser fuerte siempre: Roberts

No todos los días Julia Roberts te recibe hablando de santos. Un medio tuvo la oportunidad de reunirse con ella en el Hotel Cipriani de Venecia, pocas horas después del estreno mundial de su reciente película Cacería de brujas en la Muestra de esta ciudad.

En el ambiente aún flotaba la expectación que dejó la proyección del realizador Luca Guadagnino (Challengers, Call me by your name), que volvió a la pantalla grande con un drama moral de alto voltaje encarnado por Roberts y Andrew Garfield. “¿Estamos a salvo, entonces?”, preguntó la actriz de Mujer bonita en una breve introducción sobre quién es San Benito, monje italiano conocido por proteger contra el mal en esa región.

Justo ese santo (o muchos otros) bien podrían ayudar a su personaje, Alma, una profesora de Yale que no se protege con medallas, sino con algo más temible: una reputación construida que se ve desmoronada.

Su nueva cinta, ya en cartelera, trata sobre el derrumbe de una académica brillante que debe enfrentar un error del pasado cuando un antiguo alumno (interpretado por Garfield) regresa para cuestionar su actuar.

Aunque la cinta se sitúa en el ámbito universitario, Roberts reconoce que el dilema es mucho más amplio: hoy se espera que todos seamos fuertes ante cualquier señalamiento, incluso cuando las críticas son injustas o, muchas veces desproporcionadas. En sus palabras, esa fortaleza impuesta puede volverse insostenible. “(Alma, su personaje) es tan misteriosa… Me interesaba entender por qué quería parecer fría, casi de acero. ¿Qué está protegiendo? ¿Qué está escondiendo? Eso es lo opuesto a mi naturaleza”, reflexiona la actriz respecto a su acercamiento con el conflicto que plasme su personaje al ser difamado. “Es difícil, porque cada vez es más duro para todos cargar con una armadura así todo el tiempo. No sé cómo lo hace la gente, aunque, bueno, para mí fue divertido hacerlo solo dos meses”, añade.

Entre la armadura y la complicidad

En su proyección, el filme encendió el debate sobre el poder, la culpa y el papel del perdón desde el minuto en que llegaron los créditos finales. Y es que en Cacería de brujas, Guadagnino vuelve a explorar las zonas grises del espíritu. “Cuando leí el guion de Nora Garrett vi esas escenas llenas de conversaciones sobre cultura y poder y me recordó a las grandes escenas de ‘All about Eve’ (Joseph Mankiewicz, 1950). Me pareció algo tan cinematográfico que quise intentarlo”, contó el director.

“Poder tener a actores como Roberts, Garfield, Michael Stuhlbarg o Chloë Sevigny interpretándolos fue un privilegio irresistible”, explicó el realizador, al que no le extraña que le digan que al comienzo de la historia el filme parece recrear el tono retórico y visual de las películas de Woody Allen.

Nada es blanco o negro en esta cacería. Así lo explicaron Julia Roberts y Andrew Garfield, quienes, sentados codo a codo en su encuentro con este diario, rieron a la vez que reflexionaron juntos.

Ella iba impecable con un conjunto clásico pero desenfadado: bermudas beige, camiseta y saco negro sobre los que resaltaba un collar de piedras de colores que hacían un guiño a los cristales de Murano, el arte característico de la región del Véneto.

Él, en contraste, llevaba una camisa de seda colorida y divertida que trajo el verano al exquisito entorno. Diferentes en apariencia, pero perfectamente sincronizados al hablar, se complementaban, se sonreían, se daban pie, como si siguieran dentro de la película. Esa misma conexión atraviesa a sus personajes en el mundo que recreó Guadagnino.