Esteman y Daniella, más que migrantes

Esteman y Daniella, más que migrantes

Fue en el parque Río de Janeiro en la colonia Roma de la Ciudad de México donde la cantautora argentina Daniela Spalla y su colega colombiano Esteman se conocieron, en un concierto acústico al aire libre en el que ambos compartieron sus canciones. Desde entonces pareció haber algo en común más allá de ser músicos lejos de su tierra.

“Ese mismo día nos caímos bien. Hubo algo en la energía que nos hizo sentir cercanos. Desde entonces nos mantuvimos en contacto, quizá por teléfono, por Instagram... no recordamos bien, pero la comunicación continuó. No fue que de inmediato nos volviéramos mejores amigos, fue algo que fue creciendo con el tiempo, porque nos sentíamos muy identificados con lo que el otro estaba viviendo”, cuenta Daniela Spalla en una sala dentro del Palacio de los Deportes donde se presentarán juntos el próximo 18 de septiembre.

El colombiano recuerda ese momento con el mismo entusiasmo, pero para él si hay una explicación lógica, más allá de la energía, él encuentra similitudes en el momento que estaban viviendo como artistas y como migrantes. “Cada vez que yo venía a México encontraba en Dani a alguien con una historia parecida a la mía. Siempre había un espacio para compartir, para sentarnos a comer, para platicar. Y desde el inicio existía una admiración mutua: desde que escuché cantar a Daniela me encantó su voz, lo que hacía y cómo lo transmitía”, señala el colombiano.

Persiguiendo un sueño

En ese entonces, hace 12 años ya, ambos venían saliendo de sus países en busca de mejor suerte en México. el rock en Argentina acaparaba mucho, o casi todo, para Daniela. Por su parte, Esteman sentía que no podía explorar en su natal Bogotá. “México era ese lugar que veía de lejos, donde estaban artistas que admiraba: Julieta Venegas, Natalia Lafourcade, Café Tacvba. Cuando llegué me sentí en mi salsa y pensé: ¿podría vivir aquí?”. Con el tiempo así fue: en 2017 ya me vine definitivamente, firmado con Universal Music México y “con la certeza de que aquí podía crecer más que en Colombia”, recuerda.

Las posibilidades, sienten, son gracias a una audiencia ávida de música, ávida de nuevas propuestas, ávida de experiencias nuevas, algo que ninguno encontraba en sus países. “Yo sentía que en mi país había puertas que aún no se abrían y aquí podía explorarlas. Estaba descubriendo la ciudad, enamorándome de México, de su cultura, y aprendiendo mucho, me terminé enamorando”, cuenta Spalla. “Lo que descubrí es que el público mexicano conecta con el artista auténtico. Es crítico, pero cuando te abraza, es para siempre. Aquí valoraron mis rarezas, mi vulnerabilidad, y aprendí que eso era lo que más conectaba con la gente, en otros lados no ocurre lo mismo”, dice Esteman.

Pero como todo, vivir en México tiene sus claroscuros y no todo ha sido miel sobre hojuelas, ni para ellos, y mucho menos para los mexicanos que como los cantantes encuentran en las colonias Roma o Condesa un lugar para generar experiencias, y como ellos en 2013, generar cultura. Hoy son espacios que se ven azotados por un fenómeno, la gentrificación; pero, no todos los extranjeros gentrifican, ellos han sido también víctimas de este fenómeno. “Ambos llegamos desde países latinoamericanos donde también se viven dificultades económicas. En México hemos visto de cerca cómo el cambio de precios y la llegada de personas con mayor poder adquisitivo afectan a la ciudad. Lo importante, creemos, es respetar los códigos y la cultura del lugar, adaptarse e integrarse sin romper el tejido social, y así es como lo hemos hecho”, asegura Esteman.