Como parte de la exposición “Ready-maybe”, del artista Ramiro González (Ciudad de México, 1996) se exhiben cientos de “cheetos” en una galería, algunos de ellos son gigantes.
¿Si un plátano de Maurizio Cattelan puede hacerlo, por qué esta botana replicada en cerámica no? Tras exhibir en Zona Maco y Lago Algo, Ramiro presenta su primera exposición en solitario, donde con humor reflexiona sobre arte conceptual y cerámica.
“Algo que es muy obvio y a la vez no es que el arte conceptual existe gracias a la cerámica: (Marcel) Duchamp presenta el mingitorio (‘La Fuente’) como una escultura, que es el momento más importante del arte del siglo XX. Muchas veces se nos pasa que es una cerámica, material que por lo que queda del siglo XX y XXI no tiene gran protagonismo en el arte conceptual”, dice González, quien estudió historia del arte en la Universidad del Nordeste de Boston.
González parte del concepto de los ready-mades, objetos comunes y producidos en masa que adquieren valor artístico por parte del creador, y toma obras icónicas de arte para recrearlas a mano en cerámica, fibra de vidrio y bronce. Por ejemplo, en la exposición hay una réplica de Caja de zapatos vacía, de Gabriel Orozco; el jarrón de la dinastía Han con logo de Coca-Cola, de Ai Weiwei; Teléfono de langosta, de Salvador Dalí, y hasta Comedian, el famoso plátano pegando en la pared con cinta de aislar, pieza con la que el artista Cattelan cuestiona a qué se le da valor en el mundo del arte.
El creador va en dirección opuesta al concepto de ready-made (algo ya hecho) y los recrea desde cero y de forma manual: “Es como una rebeldía, porque estos artistas hicieron de todo para que estos objetos ordinarios fueran arte”.
Ramiro González, quien empezó a hacer cerámica de forma autodidacta, explica que replicar objetos cotidianos con sus manos da otra perspectiva sobre el diseño: “Me di cuenta que había lugar para hablar de objetos cotidianos que no caben en museos o galerías, entonces la exposición también es hablar sobre estas tensiones sobre qué imágenes u objetos pasan al canon de la historia y otros los vemos como menos”.
Por ejemplo, se exhiben una serie de lámparas de Crocs, una chancla y gorra de bronce, así como réplicas de sillas de Lina Bo Bardi y Clara Porset, así como la forma de un “cheeto”, que en este caso funciona como una banca.
“Existe universalmente una idea de que los crocs son los zapatos más feos, pero haciéndolo en cerámica y tomándome el esfuerzo de hacerlo manualmente, me doy cuenta que el diseño es divino y que muchas veces hace falta cambiar de contexto o de su materialidad a estos objetos para que se puedan apreciar”, refiere.
González es parte de una nueva generación de ceramistas que tiene fuerte presencia en las ferias de arte mexicanas, liderada por Cerámica Suro, taller ubicado en Guadalajara, donde artistas, como el entrevistado, hacen residencias.
“La cerámica se ha puesto muy de moda. Es un material que lleva existiendo miles de años, lo que ha pasado es que últimamente se acepta más como forma de arte, sin tener que ser utilitario y eso abre muchas posibilidades, considera.