El arte haitiano se desarrolló en dos vías, una producida por los artistas que comenzó a atraer el espacio fundado por Peters, y otra que sigue con gran vitalidad hasta hoy y que se conoce como Arte de Callejón. “Está hecha por pintores desconocidos, que nunca fueron a una escuela de pintura, es un ánimo que tienen en el corazón por pintar; a veces son analfabetos, es una obra de calle, que se hace en la calle, se vende por la calle y se nutre de la calle”, explica el embajador de Haití en México, Guy G. Lamothe.
Al diplomático ha correspondido inaugurar la exposición «Pintores de callejón y banderas vaudou», que se presenta como parte de las actividades del Festival de Cultura del Caribe 2015 La Mar de las Artes. En total se trata de más de 30 óleos e igual número de banderas o tapetes que se utilizan de manera ritual en la religión vudú y que se exhiben en el Museo de la Cultura Maya de la ciudad de Chetumal.
El arte haitiano, dice Lamothe, “no respeta normas formales de la pintura, pero tiene mucho colorido y se realiza con gran habilidad; aparecen escenas de mercados, peleas de gallos, escenas que toda la gente vive diariamente”. Aglomeraciones, mujeres que destacan por el color de su piel entre los productos que ofertan en los mercados o paisajes costumbristas que muestran el día a día de una Haití aúnn rural.
El mismo colorido, destaca en las banderas vudú o drapós. Aparentemente estos tapetes de tela brillante, adornados con lentejuelas y chaquiras, pueden no tener sentido pero para los haitianos cobran un valor simbólico además del planteamiento estético que ofrecen. En Haití, dice el diplomático, “98% de la población practica el vudú, una de las religiones oficiales. Como todas las religiones, tiene sus banderas, la bandera es una especie de unión, de saludo para la gente”.