Joseph Kosinski, quien anteriormente puso a los espectadores en el asiento de un avión de combate en Top Gun: Maverick, se ha trasladado a los autos de la Fórmula 1 con el mismo afecto, casi una necesidad absoluta, por la velocidad. Gran parte del mismo equipo está de vuelta. Jerry Bruckheimer produce. Ehren Kruger, coguionista en Maverick, se lleva el crédito en solitario aquí. Hans Zimmer, quien fue co compositor anteriormente, proporciona la banda sonora palpitante.
Nuevamente, nuestra figura central es un vaquero mayor y de alto vuelo colocado en un vehículo ultramoderno y devorador de gasolina para enseñar a una generación más joven sobre la ingeniosidad de la vieja escuela y, tal vez, el atractivo perdurable de los jeans.
Pero mientras que Tom Cruise es una estrella de acción particularmente atrevida, Brad Pitt, quien interpreta al adicto a la conducción Sonny Hayes en F1, siempre ha sido una presencia más cautivadoramente serena. Por ejemplo, la forma en que se enfrenta tan calmada y medio interesadamente a Bruce Lee en Once upon a time in Hollywood, de Quentin Tarantino.
En la escena de apertura de F1, Pitt está durmiendo en una furgoneta con auriculares puestos cuando alguien lo despierta. Se echa un poco de agua en la cara y camina unos pasos hacia el óvalo de Daytona, donde rápidamente entra en el coche de su equipo, en medio de una carrera de 24 horas. Pitt pasa de cero a 290 kilómetros (180 millas) por hora en un minuto.
Sonny, una joven promesa que se estrelló en una carrera de Fórmula 1 décadas antes y desde entonces ha estado corriendo cualquier vehículo, incluso un taxi, es abordado por un viejo amigo, Rubén Cervantes (Javier Bardem) sobre unirse a su equipo de F1 en declive, APX. Sonny lo rechaza al principio, pero, por supuesto, se une y F1 está en marcha.
La secuencia del título, exquisitamente sincronizada con los ritmos sincopados de la banda sonora de Zimmer, es una introducción abrasadora. El novato piloto estrella Noah Pearce (Damson Idris) solo está corriendo una vuelta de práctica, pero Kosinski, con su cámara moviéndose hábilmente dentro y fuera del asiento del piloto utiliza el momento para sumergirnos en el mundo de alta tecnología de la Fórmula Uno, donde cada centímetro del coche está conectado a sensores digitales monitoreados por un equipo atento. Aquí, eso incluye a la directora técnica Kate McKenna (Kerry Condon) y a Kaspar Molinski (Kim Bodnia), el jefe del equipo.
La verosimilitud es de obvia importancia para los cineastas, quienes bañan esta película muy autorizada por la Fórmula 1 en todas las operaciones elegantes y el espectáculo itinerante del deporte. Que Apple apostara por una película de verano tan costosa sobre la Fórmula 1 es un testimonio del aumento en popularidad de un deporte que alguna vez fue bastante nicho en Estados Unidos, y de los efectos halo tanto de la serie de Netflix Formula 1: drive to survive como del muy celebrado piloto Lewis Hamilton, productor ejecutivo en F1.
Claudio Miranda, el director de fotografía, que ha filmado todas las películas de Kosinski, trae la Fórmula Uno a una vida vívida y visceral. Cuando F1 se dirige a las grandes carreras, Miranda siempre captura simultáneamente los coches a toda velocidad desde el asfalto mientras los enmarca con el espectáculo envolvente de un circuito como el legendario Silverstone del Reino Unido.
De la realidad al cine
F1 es esa película que todo fan de la Fórmula 1 estuvo esperando, y el proyecto ideal para que un completo desconocido se enamore del deporte de carreras. Todo esto se logra gracias a la cultura automovilística que rodea a Sonny y Jordan en sus momentos más divertidos y duros dentro de la pista.
Kosinski, como creativo del cine, supo cómo encapsular la esencia de la competencia de carreras en tan solo dos horas y media. Los grandes circuitos, verdaderos pilotos y carros reales de las carreras crean una experiencia tan íntima y creíble como apantallante. Esto es posible gracias a la ayuda que Lewis Hamilton, ícono de la F1 y productor de la película, se encargó de poner en la mesa, al supervisar hasta el último detalle visual y sonoro.
Gracias a esta dupla de creativos, la cinta cuenta un clásico viaje del héroe que sabe adaptarse al presente y, a su vez, envolverse en la intensidad de las carreras y la riña deportiva. El sonido del motor, el corte del audio por el aire a toda velocidad, y hasta los destellos de luz hechos por las luces de la pista, son un relato audiovisual hipnótico que te hacen sentir como si estuvieras adentro de la pista, no en las gradas. Y eso es una tarea que, sin duda, no es fácil de lograr.
El éxito detrás de la película
Lo cierto es que F1 ya se embolsó más de 150 millones de dólares (vía Box Office), en tan solo una semana, gracias al feeling clásico y épico de su historia. Es una de esas películas que todos amamos ver y tienen la garantía de emocionar.
La travesía de Sonny es uno de los arcos más populares del séptimo arte: una exestrella regresa al campo de batalla para redimirse y aprender de sus errores, pero lo interesante detrás su versión es que esta viene tan humana y fresca como si se presentara por primera vez. En gran parte, eso se debe al guión y los personajes redondos que predominan en la pista.
Sonny es el anticuado, tradicional y testarudo conductor que le hace frente a “JP”, un joven, audaz, terco y egocéntrico piloto que aún tiene mucho que aprender. En cierto sentido, aunque ambos son muy similares, son las cicatrices de la vida lo que cambia la visión de cada uno. Una mirada a los dos lados de una moneda.
La verdadera carrera por ganar
Para “JP”, la jornada se trata de encontrarse a sí mismo y entender su identidad como piloto, y para Sonny el viaje se vuelve aún más personal.
Después de fracasar y llevar su rebeldía al extremo, el veterano tiene la oportunidad de finalmente encarar sus errores, aprender qué hizo mal y entender que, en un deporte tan intenso como las carreras, solo hay una respuesta: el trabajo en equipo.
Es por ello que sus secuencias finales se sienten como un vuelo dentro de la pista. Sabes que una vez que logras alcanzar eso que perseguiste, la vida se puede sentir como un dulce viaje por una carretera recién inaugurada. Suave, limpia y cálida.
F1 se gana su lugar como un nuevo clásico del cine, gracias a la pasión y el esfuerzo que se sienten en cada parte de su historia. Es un viaje intenso, emocionante y totalmente real.