Lo que parecía ser uno de los mayores descubrimientos arqueológicos en la historia, y no solo de España, resultó ser uno de los casos de falsificación más graves hasta ahora. Tras 11 años, el arqueólogo español Eliseo Gil, junto con un trabajador y un colaborador, serán juzgados por falsificación, por delito continuado sobre el patrimonio histórico y estafa.

El juicio iniciará el 3 de febrero y se llevará a cabo en 10 sesiones ya fijadas. La Fiscalía ha pedido cinco años y medio de cárcel para el arqueólogo, así como una multa de 7 mil 200 euros, por el delito de daño continuado sobre el patrimonio histórico. También buscan sumarle siete años y medio a la sentencia por los otros dos delitos.

El Ministerio Público también reclama que los tres acusados indemnicen al Gobierno Vasco con un total de 285 mil 600 euros por daños al patrimonio cultural, ya que los imputados causaron desperfectos en 476 piezas con el objetivo de dotarlas de un supuesto valor histórico que no poseían.

Todo inicio en 2006 cuando fueron hallados unos grafitos escritos en cerámicas de los siglos III, IV y V en el municipio de Iruña-Veleia (España), famoso por albergar vestigios de la época romana. El descubrimiento se dio bajo la gestión de la empresa Lurmen, administrada por Gil, quien fue el exdirector del yacimiento arqueológico.

Entonces se presentaron las piezas como un hallazgo histórico que presentaban la imagen más antigua de la muerte de Jesús y demostraban que la aparición de la antigua lengua euskera se dio en el siglo III, 600 años antes de lo que se tenía constancia.

Los objetos fueron enviados a especialistas para comprobar su autenticidad, fue ahí cuando se descubrieron una serie de anomalías que delataban la falsificación, como el citar a “Octavio Augusto”, cuando en aquellos siglos solo se le nombraba como “Augusto”. Así como el uso de signos de puntuación como comas y comillas, los cuales surgieron hasta la Edad Media.