La fotografía ha sido un elemento importante para forjar el imaginario popular y la identidad nacional a través de imágenes icónicas de hechos históricos. Sin embargo, elegir una solo foto como ícono, ensombrece otras imágenes y, de esta forma, otras perspectivas. Por eso la exposición “Ícono, nación, ciudadanía. Fotografía española en la Colección Foto Colectania”, en el Centro Cultural de España en México, propone ampliar esa visión.
“Contrario a lo que nos han dicho, que la fotografía eterniza la realidad, yo digo: nada de eso. Tenemos la gran capacidad para darle un vuelco a su sentido”, afirma en entrevista el investigador de fotografía Carles Guerra, quien realizó la curaduría. La muestra, que se inaugura el próximo 19 de julio, presenta 144 imágenes de 36 fotógrafos españoles, entre ellos Joan Fontcuberta, Xavier Miserachs, Xavier Ribas, Cristina García Rodero, Laia Abril, Joan Colom y Cristina de Middel.
“Es una colección muy ligada a la historia de la segunda mitad del siglo XX de España, un país que en el año 75 transita de un régimen dictatorial autoritario a un régimen democrático. Eso no es un simple cambio histórico de título del gobierno, se implica una manera nueva de entender la ciudadanía; ahí la fotografía tuvo un papel muy importante”, dice Guerra, quien es profesor asociado de la Universitat Pompeu Fabra.
Curaduría
El curador señala que se empezó a formar “una nueva ciudadanía”, donde la foto colaboró para la democracia, como lo dejan ver las imágenes de protestas de Manel Armengol y Pilar Aymerich, o la evolución del paisaje barcelonés, que dejó atrás su aspecto industrial.
Pero ¿cómo es que una foto puede formar a una nación? Guerra explica que el efecto icónico de una foto es un efecto histórico, que no se lo atribuye a sí misma la foto o el fotógrafo, sino “nosotros los ciudadanos” y deviene la foto icónica como la única representación de un acontecimiento histórico o una persona.
“Esa función de icónica está muy ligada a la creación de una idea de nación, a fundar una cierta idea, algo muy abstracto en lo que participa muchísima gente, pero que necesita una reducción, un símbolo, una imagen, una especie de atajo, de cortocircuito. Sin embargo, para que eso ocurra, es necesario olvidar muchas otras imágenes de ese mismo acontecimiento, de ese mismo momento, de ese mismo lugar o de esa misma persona. Es decir, una imagen icónica se genera ensombreciendo, ignorando o descartando otras imágenes”, explica el también miembro del Collège de Photographie et Images Animées.
Una “forma de gobierno”
Considera que la fotografía también es una “forma de gobierno”, porque además de ser un objeto de disfrute y goce visual, es un instrumento para “conceder y otorgar ciudadanía a las personas que se ponen delante del objetivo”, como los pasaportes o las credenciales de identidad. “Es una fotografía que, tomada de una cierta manera y utilizada de una cierta manera, nos da la categoría de ciudadanos”, afirma.
Pero bajo la premisa de que la fotografía no tiene un valor inmutable, Guerra propone una curaduría y montaje con la que el espectador podrá cambiar la noción de ícono de una imagen, con otras fotografías que contribuyen al contexto y deja ver otros ángulos.