Habitación Macbeth llega al FIC

La obra se presentó en el marco de la edición 53 del Festival Cervantino. Cortesía
La obra se presentó en el marco de la edición 53 del Festival Cervantino. Cortesía

La quinta temporada de la adaptación que el director y actor argentino Pompeyo Audivert hace de Macbeth, de William Shakespeare, se presentó en el 53° Festival Internacional Cervantino.

En compañía del chelista Claudio Peña, el unipersonal Habitación Macbeth es, en palabras de Audivert, “una aventura teatral que nace en la pandemia, cuando recluido en mi casa de Mar del Sur, en ese momento de la cuarentena, aislado, me di cuenta de que el único teatro que quedaba en pie para mí era mi propio cuerpo, y en esas circunstancias decidí pasar a la ofensiva con una vieja fantasía que atravesó toda mi vida de actor, que es la de hacer yo solo una obra de teatro, transformar mi cuerpo en una suerte de habitáculo de encarnaciones y llevar adelante una obra en mi propio cuerpo, que mi cuerpo sea un teatro”.

Fue entonces cuando el director tomó Macbeth, porque le parece que es “una obra con características sobrenaturales vinculadas a una identidad desbordada, a una identidad trastornada, que se da vuelta, que está llena de fantasmagorías. En ese proceso de la pandemia hice la adaptación para que la obra se redujera un poco y pudiera entrar en mi cuerpo. En largas caminatas que hice por la playa pasaba la letra, pasaba los cuerpos, las voces”, según indicó en sesión de preguntas y respuestas con los medios de comunicación.

Después supo que quienes desde sus casas lo veían pasear y repetir, histriónico, sus diálogos “pensaban que estaba loco porque iba caminando por ahí gritando los textos, cambiando el cuerpo. Y en ese proceso de la pandemia, terminé de constituir la obra, de armarla y de hacerla, de entrarla en mi cuerpo. Fue la pandemia lo que me impulsó a retomar o a poner de manifiesto una fantasía que yo consideraba muy desmesurada y que no me hubiera atrevido a hacer si no me hubiera encontrado en esa circunstancia”.

Los arcanos, las predestinaciones, la sabiduría y el carácter alucinatorio del clásico de Shakespeare se ahondan, con el mínimo de elementos (cuatro o cinco objetos de utilería, grandes claroscuros en la iluminación y una interpretación que parece el cúmulo de decenas de influencias bien asimiladas), en el planteamiento del cuerpo como la encarnación de una serie de personajes. Un gran riesgo, reconoce Audivert.