“No hay arte más contemporáneo que la pintura clásica”, afirma sin dudar el pintor y dibujante mexicano Tomás Gómez Robledo (1952), quien exhibe 39 cuadros en la exposición “Clasik”, realizados durante los últimos tres años, en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana.

“De algún modo, la pintura se nutre de la pintura que se ha hecho. Yo y un grupo de pintores trabajamos continuamente sobre los grandes artistas, y eso hace que nuestra pintura valga. Es actual porque estamos viviendo ahora y con las bases, con la estructura, que nos da toda la pintura que se ha hecho en los siglos anteriores”, afirma en entrevista.

“Presento temas recurrentes de la pintura, muy clásicos: el desnudo, la naturaleza muerta, el paisaje. Pero el chiste es cómo se abordan”, explica el creador que comenzó su formación artística en 1967 bajo la tutela de Vicente Gandía y, después, de Roger Von Gunten.

“Mi tema favorito son los embarcaderos. Lo empecé a trabajar hace 20 años. Cada tanto lo retomo. No sé por qué me gusta pintar barcos. Viví en Veracruz un buen rato. A lo mejor es por eso. Son una imagen evocadora, el mar, el viaje, el movimiento. Tiene mucho que ver con cierta paz que nunca encontramos. Y con ese espíritu paradisiaco que no existe, pero por lo menos está en los embarcaderos”, señala.

Quien estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) piensa que vive un periodo maduro de su trabajo. “Yo empecé hace 50 años. Mi pintura ha tenido más bien una sola línea, sin habérmelo propuesto. O sea, no ha habido grandes saltos. Si pones una obra de hace 40 años y una actual, no ves gran diferencia”, agrega.

Quien colaboró desde 1997 en el taller de dibujo de Gilberto Aceves Navarro admite que su propuesta pictórica se ubica en la frontera entre lo abstracto y lo figurativo: “De algún modo puedo saltar de uno al otro lado. Y esa frontera que está entre lo abstracto y lo figurativo me la da el partir de la estructura, del cuadro y de las formas”.

Dice que siempre ha valorado el dibujo. “La mitad de mi trabajo tiene que ver con estar dibujando. Si no hay dibujo, pues no hay pintura. Casi es la gasolina. En mi proceso creativo podemos hablar de dos tiempos: dibujar primero y luego ir a la tela. Básicamente es eso. El arte objetual no me ha conquistado todavía”, concluye el también docente.

La muestra, que incluye dos pinturas del Museo Guggenheim Bilbao como si fuera un gran barco, permanecerá abierta hasta el próximo 6 de mayo.