Hasta el más inútil lloró por Paquita

La colonia Guerrero, por cuyas calles Zarco, Aldama y Galeana caminó varias veces para ir a comprar sus víveres al mercado Martínez de la Torre o presentarse en pequeños lugares antes de ser la voz de las mujeres con su "¿me estás oyendo, inútil?", se despidió de la cantante Paquita la de Barrio. "Se ve, se siente, Paquita está presente", fue un grito que en la calle no dejó de escucharse antes y después de la misa, con la urna de sus cenizas presente.

Todo fue como dicen que ella quería: un acto religioso, música de mariachi y, sobre todo, estar cerca de la gente que la ayudó a crecer. Por eso, durante casi cuatro horas —tres más que las otorgadas a Silvia Pinal en el Palacio de Bellas Artes— se abrieron las puertas del Salón Casa Paquita, de su propiedad, para que cientos, mujeres y hombres, "inútiles" o no, la despidieran. A las rosas blancas inicialmente colocadas arriba de la urna, se fueron sumando otras arrojadas ocasionalmente por los visitantes que lo mismo iban coreando "Cheque en blanco", que lanzando porras a su ídola.

Último adiós

El día de su despedida comenzó temprano. Partió de una agencia funeraria cercana a Balderas y tuvo dos escalas: Garibaldi, donde permaneció por media hora, y el mercado donde compraba su comida. En la plaza fue recibida por decenas de seguidores con gritos y un mariachi que entonó "Amor eterno", cuya letra fue cantada por varios, incluyendo a su hermana Viola.