Hay parálisis en el estudio del patrimonio

Hay parálisis en el estudio del patrimonio

Para descifrar y conservar los secretos que guarda el patrimonio arqueológico, paleontológico e histórico de México —que incluye parte del trabajo en los 35 mil sitios arqueológicos del país—, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que dirige Diego Prieto, solo cuenta con 850 investigadores fijos. 

Sin embargo, este año, buena parte de sus proyectos —muchos de los cuales requieren de contratar a investigadores externos— están detenidos, bajo el argumento de que las autoridades hacendarias no los han autorizado, por lo que una parte del terreno de la investigación se avizora como un campo poco fértil y se advierte el riesgo de que parte del patrimonio se destruya.

Esto ha propiciado que algunos arqueólogos se inclinen por la investigación documental; es decir, que no requiere personal ni presupuesto para trabajar en campo, lo que empobrecerá el panorama de la investigación en México, salvo en aquellos proyectos que cuentan con recursos de universidades extranjeras, dice Jesús E. Sánchez, investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH. “Sabemos perfectamente que no hay presupuesto para contratar investigadores (externos) ni para ir a campo. Muchos han optado por dedicarse a la investigación documental. Sin embargo, hay proyectos que llevan más de 10 años de desarrollo y requieren de investigadores, pero vemos muy difícil que estos puedan iniciar”, lamentó.

Jesús E. Sánchez reconoce que el requerimiento de la SHCP no existe en algún documento formal, ya que esto solo ha sido informado por los directivos del INAH. “Nos han dicho que no se va a depositar el presupuesto de ningún proyecto hasta que no esté aprobado todo el paquete (de requerimiento) presupuestal de cada centro de trabajo. Pero si yo estoy desarrollando una investigación y requiero solo viáticos, pasajes o gasolina para llegar al sitio y levantar fotografías, sin requerir de otro investigador, tampoco tendré fondos hasta que se autorice todo el paquete. Eso es incomprensible”, expuso.

El arqueólogo explica que incluso en las grandes zonas arqueológicas, como Teotihuacán o Chichen Itzá, existen proyectos en desarrollo: “Entonces, se desarrolla la investigación y se refuerza el conocimiento, no sólo del pasado, sino también de nuestro presente, lo que alimenta y retroalimenta nuestro sentido de identidad nacional, porque nos sentimos orgullosos de ser mexicanos en gran parte por nuestro pasado histórico”.

Sin embargo, en el caso de los sitios más pequeños, “solamente existe un flujo de recursos para mantener actualizado el sitio cuando hay un proyecto de investigación. Cuando no hay recursos para la investigación, el monumento en ese sitio queda frágil y esto puede provocar su derrumbe, su destrucción, saqueo, que es constante, y con ello se propicia la pérdida del monumento arqueológico y de los bienes muebles”, advirtió.

Mientras que los sitios que han sido registrados y que no están abiertos al público podrían perderse, ante la falta de investigación. “En el caso de esos sitios, si estamos a la mitad de un trabajo de investigación y no hay recursos para continuar, el sitio queda abandonado”, dijo el arqueólogo. “Es grave que no existan investigadores y que no haya presupuesto para el desarrollo de la investigación arqueológica en el INAH. Se corre el grave riesgo de que ese patrimonio arqueológico se destruya”, puntualizó.

Aseguró que debe hacerse una revisión y ver cuáles son los monumentos que requieren restauración inmediata. “Si no hay recursos, esos monumentos empiezan a deteriorarse y a lo largo de cuatro años empiezan a caerse las piedras, los estucos, las pinturas murales y hay una pérdida irreparable del patrimonio arqueológico y del conocimiento de nuestra historia”, señala.

Sin dejar de lado que, cuando hay pérdida de patrimonio, no hay turismo. “Recordemos que uno de los grandes motivos para que los turistas vengan a nuestro país es nuestra riqueza arqueológica; playas, comida y riqueza arqueológica e histórica”, concluyó.