Hice películas buenas, malas y churros

Hice películas buenas, malas y churros

La actriz Jacqueline Andere tiene algo claro: si no ha hecho más cine en su vida, es porque durante mucho tiempo la gente que hizo películas veía a la que trabajaba en televisión “como apestada”.

Pero no lo dice con rencor, sino como parte de una realidad que le tocó vivir en la segunda mitad del siglo XX, cuando era figura en telenovelas como El maleficio, al lado de Ernesto Alonso; Un nuevo amanecer, con Salma Hayek, y otras como Ángeles blancos y La madrastra y la serie Hora marcada. “Éramos apestados, guácaras, por eso nunca trabajé con los grandes directores como Ripstein (Arturo, El lugar sin límites), Cazals (Felipe, Canoa), los buenos, buenos, porque nos veían y no nos pelaban. Ahora, afortunadamente, las cosas han cambiado”, dice.

Pero aun así, no le fue mal. Figura en su currículum un personaje estelar en El ángel exterminador (1962), dirigida por Luis Buñuel, y protagonizó la clásica Yesenia (1971), historia por la que mucha gente la sigue reconociendo y felicitando hasta hoy.

Reconocimiento

Y, como a todos los que tienen trayectoria les llega el momento de reconocimiento, este sábado le toca a ella, cuando la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), en una ceremonia en Puerto Vallarta, le otorgue el Ariel de Oro por su trayectoria en cine.

Andere está feliz, pero coincide con lo que su amigo, el desaparecido director Jorge Fons (Rojo amanecer) decía en tono de broma: cuando llegan los homenajes, parece que la gente ya los está “cafeteando”, es decir, esperando su salida del plano terrenal. “Pienso lo mismo, pero espero no. En la familia somos longevos, mi abuela murió a los 105 años y mi mamacita a los 98. Pero creo algo hice bien en el cine, hice películas buenas, algunas muy malas y churros horribles; algunas las siguen pasando, pero nunca las veo, para qué, si ya las hice, mejor que las vea la gente”, compartió. “El Ariel es importante a estas alturas de mi vida, ya cumplí 87 años; el mes pasado estrené obra en el Teatro Jorge Negrete y fue mi cumpleaños. Estoy agradecida a la Academia que haya pensado en mí”, precisa.

Filmografía

Su filmografía ronda los 40 títulos, la mayoría de ellos realizados en la década de los 60 y 70. Filmó la comedia El zángano, con Gaspar Henaine “Capulina”, pero también Simón Blanco con Antonio Aguilar y Picardía mexicana, con Vicente Fernández. Su más reciente filme fue la comedia Siete años de matrimonio (2013), con la que culminó con una sequía de dos décadas tras La señorita (1994). “La televisión da popularidad, el teatro te da prestigio, pero el cine es la joya de la corona. Aun así, lo que yo recomiendo siempre a las jovencitas que van iniciando es que hagan lo que quieran, pero que no dejen de hacer teatro, eso da muchas tablas para todo”, considera.

¿Cómo fue trabajar con Luis Buñuel? Mucho se habla de su carácter complicado...

En el set él llegaba, saludaba y subía para hacer sus cosas. Hablaba fuerte porque era sordo. (Los actores) Estábamos encerrados, nos citaban todos los días, maquillados y vestidos aunque no fuéramos a entrar. Su fin era que sintiéramos la claustrofobia, generarnos el ambiente idóneo al entrar a escena.

Un día llegó con un oso, algo que no estaba escrito en el libreto, pero que había visto en la calle con un cilindrero y le gustó. Le gustaba mucho improvisar y a todos nos llenaron de miel, ya se imaginarán. Ya luego decían (en el mundo intelectual) que había querido decir tal o cual cosa, cuando en realidad es que solo se le había ocurrido.

Yesenia es un clásico, la gente la sigue viendo y le gusta aunque han pasado cinco décadas desde que se hizo...

Es ejemplo de eso de que cuando te toca, aunque te quites. Inicialmente había una serie y yo quería hacerla, pero terminó con Fanny Cano. Luego supe que se haría la película y un día, faltando una semana para iniciarla, ella se fue. Dicen que se casó y por eso, pero la verdad no sé. Entonces me hablaron y ni la ropa (vestuario) dejó. Faltando esos días me dijeron que me fuera a convivir con gitanos, a aprender cosas como tomar el café, bailar y otras cosas, parte de sus costumbres.

Las gitanas fueron generosas, me prestaron sus vestidos y los copiaban (en la producción). Y miren ahora, es la película que más popularidad me ha dado a lo largo de mi vida, con ella hasta fui cinco veces a China. La tengo en un lugar muy importante de mi carrera.

Silvia Pinal contó alguna vez que el director Miguel Contreras (La bamba, 1949) le dijo “muchachita estúpida” porque no sabía llorar en cine. ¿Te ocurrió algo similar?

No, para nada. Hay una película que me gustó mucho hacer, fue hace varios años ya, se llamó La señorita (1994) porque era un personaje muy, muy, muy raro.

Sin nada de maquillaje, cada día en el set con la carita lavada. El que fallaba era el galancito que pusieron, creo que era novio del director y ahí ni cómo pelear.

¿Te pasó algo como a Ignacio López Tarso, que le pusieron a cargar madera de verdad en Macario o como a Lorena Velázquez, que le echaban lodo para que sintiera al personaje?

En el cine no, pero en televisión sí han habido varias, por ejemplo, he grabado varias cosas a las tres o a las cuatro de la mañana en el Ajusco y con esa temperatura te quieres morir. No puedo decir cual, porque han sido varias, pero al mismo tiempo disfrutables.