Invitan a ver “Barro somos”

El Museo de la Culturas Populares de Chiapas alberga esta exhibición. Cortesía
El Museo de la Culturas Populares de Chiapas alberga esta exhibición. Cortesía

La exposición “Barro somos y tierra viva” permanecerá en el Museo de la Culturas Populares de Chiapas, en San Cristóbal, hasta el 14 de febrero. Las personas interesadas pueden visitarla de lunes a viernes, de 9:00 a 16:00 horas.

La muestra es parte de las actividades del Corredor Cultural del Barro, que se llevó a cabo a mediados de noviembre en diversos espacios culturales de San Cristóbal de Las Casas, con motivo del décimo aniversario de La Pitahaya.

Los creadores que participan son Matías Echeverría (Chile), Carmen Jacobo (Michoacán), Kees Ouwens (Países Bajos), Miyuki Mae, Juan Pelegrino, Mai, Enrique Peko, Berquist Balbuena, Carlos Balbuena, Tania Mandujano, Isadora Cuéllar (CDMX), Raúl Basurto (Quintana Roo), Manolo Sales (España), Diego Pérez, Luis Entzín, Clere López, Alfredo Chamal, Robie Espinoza, entre otros.

El barro se hace idea

El texto que acompaña la exhibición es de la autoría de la dramaturga Laura Jiménez Abud, quien expone: “Dicen los mitos (los de muchos mundos) que fuimos moldeados del barro. En América, Quetzalcóatl bajó al Mictlán a buscar los huesos de los antiguos hombres; los hizo polvo y los mezcló con su propia sangre hasta formar una pasta sagrada: barro y sacrificio, cuerpo y memoria. Todos los mitos coinciden: antes de la palabra fue el barro ante de la forma, la mano que tantea la tierra buscando un pulso”.

Añade que “en esta exposición, el barro se multiplica y se dispersa en las manos del alfarero, en la mirada del pintor, en la línea del dibujo, en la pulsación digital de la animación, en el metal del grabado, en el pulso fotográfico. El barro se hace idea y gesto, se infiltra en cada trazo como si se negara a ser una sola cosa, porque la obra de arte, aunque acabada, cuando sea apreciada habitará muchos otros mundos simultáneos, con todos y sus dioses con las manos llenas de barro, como niños jugando a hacer pasteles en una tarde lluviosa, acaso ahí encuentren su eternidad”.

Finalmente, agrega que “en la cerámica confluyen los cuatro elementos y también los cinco sentidos: la arcilla huele a lluvia y a tiempo; el agua la vuelve dócil, la hace cuerpo; el aire la seca, y el fuego la inmortaliza. Son las manos (esas herramientas imperfectas y sabias) las que median entre el accidente y la intención. La cerámica es la manifestación más básica y, a la vez, más completa de la realización humana”.