Libros de herbolaria, de medicina antigua china, prehispánica, egipcia y griega, del Renacimiento hasta el desarrollo de la fisiología, la microbiología y la anestesiología, sobre el descubrimiento de las vacunas hasta investigaciones de los hongos alucinógenos resguarda el Museo de la Medicina de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Ubicado en el casco de la antigua Hacienda de Aguilera, que alberga la Facultad de Medicina y Cirugía, el espacio cultural conserva la recreación de una sala de parto de 1930 y el equipo quirúrgico correspondiente.
También exhibe una sala con figuras de órganos humanoides y animales de plastinación, resultado de tres décadas de trabajo de la institución; al igual que una botica, la vitrina de ginecobstetricia y una sala de rayos X.
Resalta un cráneo deformado intencionalmente, descubierto en una cueva subterránea de la zona mixe, el cual está bajo resguardo gracias al pintor Francisco Toledo (1940-2019); el artista también donó tres láminas del cuerpo humano, intervenidas por Hazam Jara.
En la parte alta del inmueble se ubica una biblioteca con más de 2 mil libros, de diferentes épocas, como el Códice Badiano, considerado el texto más antiguo de medicina escrito en América.
En esta área se ubican las salas Magna Benito Juárez y la de Lectura, donde exponen cada mes vida y obra de médicos mexicanos; las paredes tienen indicios de la pintura original y en el techo lucen los candelabros originales. “El inmueble del Museo de Medicina es parte de la historia de Oaxaca. Con 113 años de antigüedad, está considerado como un sitio emblemático; y es reconocido en el escudo de la Facultad de Medicina como baluarte y activo”, comentó en entrevista Mayolo Silva López, médico e integrante del Comité de Restauración del Frontispicio.
La construcción del edificio de arquitectura neoclásica es “una prueba de amor” que el entonces gobernador Miguel Bolaños Cacho (1869-1928) le ofreció a su prometida; quien, para casarse y vivir en Oaxaca, le pidió una residencia que en su fachada semejara a los templos griegos y romanos, con gruesas columnas soportando dos pesadas cornisas.
El Frontispicio fue construido en la Hacienda Aguilera, propiedad de Bolaños; quien, posteriormente, lo donó al gobierno del estado. El terreno sirvió de vivero, albergó varias escuelas y oficinas públicas.