Muchos comentarios en Twitter ha provocado el cierre del Museo Dolores Olmedo. Cuando reabra el recinto, ubicado en la antigua hacienda de La Noria en Xochimilco, en 2024, no será lo mismo, pues gran parte de su acervo se mudará al parque Aztlán, el proyecto que sustituirá a la Feria de Chapultepec.
La “extensión”, como lo han definido los herederos de Olmedo, ha causado controversia, pues se ha señalado que este cambio va en contra de la voluntad que dejó la coleccionista en un fideicomiso.
Un medio de comunicación tuvo acceso al “Contrato de Fideicomiso denominado Museo Dolores Olmedo Patiño” y pudo constatar que, en efecto, se lee en varias ocasiones que la colección y el museo son inamovibles: “Fallecida ‘la fideicomitante’ Dolores Olmedo Patiño, no podrán salir del domicilio del Museo Dolores Olmedo Patiño los bienes que integran el patrimonio fideicomitido”.
Pese a esto, en algún lugar de lo que era la Feria de Chapultepec se está construyendo el nuevo edificio en el que se exhibirán las piezas más importantes que posee el recinto: 136 obras de Diego Rivera, 25 de Frida Kahlo y 42 de Angelina Beloff.
“Lo que se está haciendo en la antigua Feria de Chapultepec pues es casi trasladar el museo. Yo creo que lo que está haciendo el Comité Técnico es evadir el fideicomiso”, afirma Luis Cacho, abogado especializado en derecho cultural.
Sin embargo, en octubre de 2022, Dolores Phillips Margain, nieta de la mecenas y directora ejecutiva del Museo, dijo que el fideicomiso “no dice exactamente” que los bienes deben permanecer juntos, sino que “lo que más dice es: darle al pueblo de México el goce de su obra”.
El amor por Xochimilco
El que este icónico museo —que contempla también en su fideicomiso a más de 600 piezas prehispánicas, una colección de arte popular, su biblioteca, así como los animales que ahí habitan y sus futuras crías— esté en Xochimilco no es un capricho superficial.
Doña Dolores cosechó una estrecha relación con su comunidad, de la que hasta fue presidenta de la Junta de Vecinos de Xochimilco. “Cuando hay problemas, los xochimilcas vienen a verme y a consultarme”, dijo la mecenas en una entrevista, en 1997. Este compromiso de la coleccionista incluso está notariado desde 1993 en la constitución de su fideicomiso, donde se indica cuál es su fin.
“El propósito de este fideicomiso es contribuir a la preservación del patrimonio cultural contenido en el conjunto La Noria y destinar dicho conjunto a funcionar como espacio abierto para la exhibición pública de dicho patrimonio cultural integrado por los bienes que se refiere la cláusula de Patrimonio de este contrato, espacio que se identificará para todos los efectos a que haya lugar como Museo Dolores Olmedo”, se lee en la quinta cláusula del contrato.
No es necesario leer el fideicomiso para enterarse de la voluntad de Olmedo, pues la expresó a la prensa en varias ocasiones. “Esta siempre será la casa del maestro (Diego Rivera). Cuando me muera, se quedará para el pueblo, con sus obras, y los muebles, y los colores que a él le gustan. Yo ya lo decidí así”, dijo Olmedo en 1986.
Decisión polémica
La decisión de trasladar parte de la colección fue tomada por el Comité Técnico del fideicomiso, el cual está integrado exclusivamente y de forma vitalicia por “los cuatro hijos y los cuatro nietos”, de Dolores Olmedo y sus respectivos descendientes en línea directa.
El comité es presidido por Carlos Phillips Olmedo. En diversas entrevistas, la familia justifica el traslado con dar mayor difusión a la colección. También se asegura que la sede en La Noria seguirá existiendo como un espacio para talleres y arte popular.
Si bien en el fideicomiso Olmedo indicó que se “debe dar la mayor y mejor difusión del acervo” y autorizó préstamos temporales, el abogado Luis Cacho aclaró que esto deben ser bajo la lógica de los tiempos de préstamos entre museos, que son aproximadamente entre uno o tres años. Además, explicó que aunque se mantenga abierto el espacio en Xochimilco, sigue sin cumplir con la intención que Olmedo estableció.
En ocasiones anteriores, Carlos Phillips había hablado sobre problemas financieros y que las exposiciones ya casi no recibían visitantes. Además, de acuerdo con documentos de Hacienda, el fideicomiso dejó de recibir fondos públicos desde 2019.
Sin embargo, en el contrato del fideicomiso también se contempló qué hacer en casos de crisis. Se indica que el fondo de 60 millones con el que se creó el fideicomiso es intocable y que los intereses que produzca “servirán para solventar los gastos de operatividad, mantenimiento y funcionamiento del Museo”. Otra forma de financiamiento del museo es a través de la venta de boletos, así como el cobro por préstamo de obras y por el derecho de imagen en publicaciones.
Olmedo previó que podría ocurrir que la fiduciaria no pudiera continuar proporcionando los fondos necesarios para el mantenimiento del fideicomiso. Pero en caso de que eso llegara a ocurrir, el fideicomiso “pasará este al gobierno federal con cargo a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público”. Incluso en esa circunstancia, se indica que “el Museo no podrá cambiar de nombre ni de domicilio”.